En los últimos dos años la política energética mexicana ha dado un giro de 180 grados a lo previsto en la Reforma Energética impulsada por Enrique Peña Nieto en 2013, hecho que significa un retroceso para el país, coincidieron expertos durante el panel virtual “¿Hacia dónde va México con su nueva política energética?”, organizado por Energy21.
El caso práctico más relevante en los últimos días fue la aprobación de la iniciativa para reformar la Ley de la Industria Eléctrica en Cámara de Diputados la cual pasó al Senado mexicano sin cambiarle una sola coma.
Para Alejandro Saldaña, economista en jefe Grupo Financiero BX+, tal cambio regulatorio generará además de mayor incertidumbre entre los participantes, un daño relevante en la credibilidad, certidumbre y confianza que brinda México como país.
Desde la perspectiva de Fernanda Ballesteros, coordinadora del Programa de Regulación y Competencia Económica de México Evalúa la iniciativa presentada por el Ejecutivo va en contra de la Constitución, Tratados Internacionales al tiempo de perjudicar al bienestar económico y social de los mexicanos.
“El cambio en el orden de despacho (propuesto en la iniciativa) sí va a tener un costo en los usuarios del servicio ya sea a través de subsidios o directamente en las tarifas y también en el resto de los bienes que utilizan y necesiten de la electricidad”, planteó Ballesteros.
En ese mismo tenor, Marco Salatiello, socio en Fresh Energy Consulting consideró que la medida promovida por el Gobierno de la autodenominada Cuarta Transformación es como regresar a los años 50´s o 60’s al apostar por la generación eléctrica mediante fuentes contaminantes y más caras, sin mencionar el impacto que tendrá a los bolsillos del consumidor.
“Según un análisis que hicimos, el costo de generación va a incrementarse entre un 15 y 20 por ciento”, advirtió.
Roberto Ballinez, director Ejecutivo Senior en Finanzas Públicas e Infraestructura en HR Ratings consideró que la aprobación o eventual puesta en marcha de esta reforma bien podría comprometer el crecimiento económico de largo plazo del país y también el desarrollo sustentable de nuestra sociedad.
Reconoció que aunque la Reforma Energética tenía aspectos perfectibles, era la ruta correcta hacía la transición energética. Hoy por hoy, el panorama al corto plazo se vislumbra entre una lluvia de litigios, una presión en las finanzas públicas y poca competitividad.
El futuro se pinta aún más gris si las inversiones se alejan, no se generan empleos y la economía en sí misma no crece. En ese sentido, Saldaña comentó que, en el mediano y corto plazo, si las condiciones no cambian y si la inversión no se reactiva “seremos una economía que crecería entre el 1.5 y 2 por ciento en lugar de ser una economía que podría crecer al 3 por ciento”.
Ballesteros consideró que México está perdiendo dinero, tiempo y esfuerzo muy valioso.
“Habría que cambiar de chip y ya no pensar en que esta idea de que las empresas van a ser nuestra palanca de desarrollo (…) se debería buscar hacer más con menos, ir hacia la transición, hacia la eficiencia energética y que el Estado con los recursos escasos que tiene se enfoque en temas de política social y de desarrollo”, sostuvo.
Para Salatiello, la dirección que se le está dando al país va en contrasentido de las tendencias mundiales.
“Lo que se necesita es un debate, el problema es que no se consigue comunicar y debatir con bases técnicas y no ideológicas”, afirmó.
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