La creciente tensión en Medio Oriente tras el reciente ataque de Estados Unidos a objetivos estratégicos en Irán ha revivido el temor a un cierre del Estrecho de Ormuz, uno de los pasos marítimos más importantes del mundo para el comercio de hidrocarburos.
La posibilidad de una interrupción en esta vía ha generado un efecto inmediato en los mercados: el precio del crudo Brent superó los 92 dólares por barril, un aumento de más del 8% en menos de 72 horas, mientras que el el crudo WTI registró un incremento de 7 %, cotizando cerca de 77.6 dólares por barril en una sola jornada después del ataque.
El Estrecho de Ormuz, ubicado entre Irán y Omán, es considerado el “cuello de botella” energético del planeta. Por esta franja de apenas 33 kilómetros de ancho transita alrededor del 20% del petróleo mundial, más de 17 millones de barriles diarios, así como el 26% del gas natural licuado (GNL). Cualquier interrupción en esta ruta pone en jaque el suministro global, especialmente hacia Asia, Europa y Estados Unidos.
El impacto inmediato ha sido el encarecimiento del petróleo en los mercados internacionales, impulsado por la incertidumbre en el flujo de crudo del Golfo Pérsico. Este encarecimiento podría representar una ganancia inesperada para México, ya que por cada dólar que sube el precio internacional del crudo, el país podría recibir hasta 13 mil millones de pesos adicionales al año, de acuerdo con estimaciones de analistas financieros y de la Secretaría de Hacienda.
Sin embargo, el efecto también tiene un lado negativo: el alza en los precios del petróleo presiona directamente el costo de las gasolinas y el diésel, especialmente si se considera que México importa alrededor del 65% de los combustibles que consume. Esto podría detonar un nuevo repunte inflacionario, en momentos en que la economía mexicana muestra signos de debilidad y enfrenta una desaceleración del consumo interno.
Además, un mayor precio del petróleo puede complicar la política monetaria del Banco de México, que ha sido prudente en la reducción de tasas ante los riesgos inflacionarios persistentes. También afectaría los costos logísticos de empresas, el transporte de mercancías y el gasto en subsidios a combustibles si el gobierno decide contener los precios con estímulos fiscales.
El Gobierno mexicano aún no ha emitido una postura oficial, pero expertos en geopolítica energética advierten que la situación podría escalar si Irán amenaza formalmente con cerrar el estrecho o si Estados Unidos intensifica su presencia militar en la región.
El mercado estará atento a los próximos movimientos diplomáticos y militares. Mientras tanto, analistas esperan que el precio del petróleo seguirá oscilando con cada nueva declaración o incidente en Medio Oriente, y países como México deberán prepararse para un escenario de volatilidad prolongada.
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