La explosión de la pipa de Grupo Tomza en Iztapalapa tuvo consecuencias que fueron más allá de la tragedia, ya que también generó fricciones entre los propios empresarios gaseros, y reveló la lamentable visión de algunos de ellos.
Los gaseros levantaron las cejas cuando la representante de una asociación del sector, propuso justificar el incidente con el pretexto de que las gaseras necesitan incrementar su margen de ganancias para invertir en mantenimiento y reposición de llantas, esto con el fin de “minimizar el impacto” mediático y “la presión a la industria” por la explosión que terminó en tragedia.
Incluso dijo que el parque vehicular para transporte de gas LP tiene una antigüedad promedio de 11 años.
Los gaseros no esperaban una propuesta así de un personaje tan visible del sector, y sobre todo por la intención de usar el lamentable suceso para colocar a la industria como víctima, y tratar de sacar ventaja al empujar una de las demandas más solicitadas de los gaseros, que es incrementar su margen de ganancia.
“Es una excusa muy superficial”, le respondió otro integrante del gremio, quien dijo que si las empresas no cuentan con el capital suficiente para trabajar con seguridad, entonces no deberían operar. Incluso catalogó el incidente como “negligencia pura”.
También dijo que no es justificable que Tomza no tenga pólizas de seguros avalados por la ASEA.
“Eso déjaselo a un pipero, pero no a una empresa grande y un corporativo de ese tamaño… no existe justificación”, señaló.
Ante tremendo argumento, y sin tener mayor margen para refutar, la representante de la asociación solo pudo contestar “retiro lo dicho y mejor guardo silencio”.
La conversación sucedió en un chat grupal del gremio, por lo que no es posible mencionar los nombres de los personajes, sin embargo, revela la diferencia de visión entre los propios gaseros ante temas tan delicados como es la seguridad y el cumplimiento normativo, lo que explica en cierta medida por qué el accidente terminó en tragedia.
Nueve muertos no son un accidente
El incidente ya dejó un saldo de 9 personas fallecidas. No son solamente un número, eran historias de vida, madres, padres, hijos, eran también sueños y promesas como la estudiante universitaria Ana Daniela Barragán.
Otros se debaten entre la vida y la muerte, como Alicia Matías, la abuela que protegió con su cuerpo a su nieta bebé, o la perrita “Cereza” que fue rescatada del incendio y cuyos cachorros recién nacidos también luchan por sobrevivir. TODAS LAS VIDAS IMPORTAN.
El caso es que hasta ahora no hay ningún sancionado; pese al negro historial que Tomza acarrea con múltiples accidentes en su haber, sigue operando incluso cuando el no contar con seguros reconocidos por la ASEA es motivo de revocación de permiso, y de multas millonarias por los daños causados.
Así el México de la impunidad, porque detrás del humo y las llamas no sólo hay fierros retorcidos y cuerpos calcinados, hay un sistema corroído por la negligencia empresarial y la complacencia oficial.
Porque la tragedia siempre encuentra excusa, y la impunidad siempre encuentra resquicio. Tomza opera como si nada, las asociaciones del gremio callan, y las autoridades miran hacia otro lado.
Pero nueve muertos no son un accidente, son la factura de años de omisión. Nueve muertos no son un costo colateral, son la prueba de que en este país se juega con la vida como si fuera desecho. Y mientras los empresarios hacen cuentas y los burócratas se lavan las manos, las víctimas se multiplican.
Retirar lo dicho no basta, guardar silencio es complicidad. Lo que hace falta es dignidad para exigir, valentía para sancionar, decencia para no lucrar con la desgracia.
Lo que hace falta es un México donde la vida valga más que el gas, más que la ganancia, más que la connivencia entre poder y dinero.
Hasta entonces, seguiremos contando muertos.
INSIGTHS
¿Por qué importa?
- División interna: la discusión entre los gaseros exhibe la fractura entre quienes exigen responsabilidad y quienes buscan minimizar.
- Negligencia recurrente: el historial de accidentes de Tomza muestra que no son “hechos aislados”, sino un patrón.
- Reguladores ausentes: la ASEA tiene facultades para sancionar e incluso revocar permisos por falta de seguros, pero el caso revela omisión o complicidad.
- El discurso hueco: la narrativa oficial de seguridad energética se desploma frente a la falta de control básico sobre el transporte de gas.
- Las víctimas pagan dos veces: primero con la vida y luego con la falta de justicia.
- La normalización del desastre: explosiones, derrames, accidentes industriales que se olvidan en la siguiente coyuntura.
- El discurso hueco: la narrativa oficial de seguridad energética se desploma frente a la falta de control básico sobre el transporte de gas.
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