El dióxido de carbono emitido por Estados Unidos creció un 3.4%, el mayor crecimiento en ocho años, de acuerdo con un estimado preliminar publicado el día de ayer por Rhodium Group.
El alza se dio en el marco de la decisión del gobierno de Donald Trump de retirarse de los acuerdos de París. A pesar de que 2018 vio el cierre de una cifra récord de plantas de generación con base en carbón, el alza refleja el daño a largo plazo que podría ser infligido por esta administración.
La baja en precios de energías renovables, así como políticas públicas de combate al cambio climático habían visto una disminución paulatina de emisiones desde 2005, así como una caída en emisiones en los últimos tres años. Sin embargo, el favoritismo de la actual administración hacia el carbón puede haber jugado un papel negativo en los totales del año pasado.
El crecimiento económico de EU, así como un invierno particularmente álgido fueron claves en la alza de emisiones. “El gran mensaje para mí es que no hemos logrado separar exitosamente el crecimiento económico del crecimiento de emisiones”, dijo al New York Times Trevor Houser, analista climático y de emisiones de Rhodium Group.
Las políticas estadounidenses han tenido un éxito moderado en la contención de emisiones por conceptos como transporte y generación eléctrica, sin embargo sus políticas han sido tímidas frente al sector industrial, que está cerca de convertirse en una de las dos mayores fuentes de emisiones en Texas y California, los dos estados más grandes de la nación.
A pesar de este rebote, las emisiones americanas se encuentran 11% por debajo de las registradas en 2005, dato que ha sido citado por la administración de Trump como evidencia de que puede conseguirse un crecimiento económico sin necesidad de políticas estrictas de emisiones de carbono. Esta postura podría traducirse en una nueva alza de emisiones en años subsecuentes.
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