Un mayor impulso a la energía solar, la eólica, los vehículos eléctricos, las bombas de calor y la eficiencia energética evitaron la emisión de hasta 550 millones de toneladas de CO2 en 2022, reveló la Agencia Internacional de Energía.
“El aumento de las emisiones mundiales de CO2 en 2022 habría sido casi tres veces mayor de no ser por el fuerte crecimiento de estas fuentes renovables y autos eléctricos”, detalla un informe del organismo.
El crecimiento en la generación solar fotovoltaica y eólica contribuyó a evitar cerca de 465 millones de toneladas de CO2 en las emisiones del sector eléctrico.
Otras tecnologías de energías limpias, como otras renovables, los vehículos eléctricos y las bombas de calor, contribuyeron a evitar otras 85 millones de toneladas de CO2.
“Las reducciones de emisiones también fueron el resultado de desaceleraciones económicas, incluyendo 155 millones de toneladas de CO2 por descensos en la producción industrial intensiva en energía, principalmente en China, la Unión Europea, Japón, Corea y Norteamérica”, señala.
Por otro lado, detalla que las emisiones mundiales de CO2 procedentes de la combustión de energía y de procesos industriales aumentaron 0.9 por ciento o 321 millones de toneladas en 2022 hasta alcanzar un nuevo máximo histórico de 36.8 gigatoneladas.
El aumento del año pasado se produce tras dos años de oscilaciones excepcionales en las emisiones relacionadas con la energía. En 2020, las emisiones disminuyeron más de un 5 por ciento, ya que la pandemia de Covid-19 redujo la demanda de energía. En 2021, las emisiones repuntaron por encima de los niveles anteriores a la pandemia, creciendo más de un 6 por ciento junto con el estímulo económico y el despliegue de vacunas.
Los retos específicos de 2022 también contribuyeron al aumento global de las emisiones. Del aumento global de 321 millones de toneladas de CO2, las temperaturas extremas contribuyeron con 60 millones de toneladas procedentes de la calefacción y refrigeración de edificios. La disminución de la generación de energía nuclear, debida tanto al mantenimiento como a la continuación de la eliminación progresiva, provocó otras 55 millones de toneladas de CO2.
“En un año excepcionalmente turbulento, con la invasión de Ucrania por Rusia, las crisis de los precios de la energía, el aumento de la inflación y las grandes perturbaciones de los flujos comerciales de combustibles tradicionales, el crecimiento mundial de las emisiones fue inferior a lo previsto”, añade el informe.
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