Francia ha enfrentado tres semanas de protestas ciudadanas en contra de nuevos impuestos al diesel y la gasolina. Los “chalecos amarillos” tomaron las calles de París y otras ciudades francesas en lo que la prensa de aquél país describió como “las manifestaciones más violentas desde 1968”. Esta semana, el gobierno de Emmanuel Macron anunció que aplazará la aplicación de estos impuestos por seis meses.
“Ningún impuesto vale suficiente como para poner en riesgo la unidad de la nación”, dijo Édouard Philippe, Primer Ministro francés, durante la conferencia en la que anunció la concesión.
El retraso de esta medida representa el más reciente golpe a los impuestos anti-carbono a nivel mundial, uno especialmente significativo dada la intención de Emmanuel Macron de liderar la lucha política contra el cambio climático tras el Acuerdo de París, en diciembre de 2015. Por si fuera poco, este golpe se asestó durante la conferencia de Katowice, Polonia, cuyo objetivo era impulsar nueva legislatura contra el cambio climático.
La propuesta de Macron tuvo un inmediato recibimiento negativo, pues los ciudadanos lo contrastaron con la reducción de impuestos que este gobierno impulsó y que ha beneficiado principalmente a las grandes empresas y a los ciudadanos de mayores ingresos. Todo esto derivó en acusaciones de ‘falta de contacto con el francés promedio’ y ‘deseo de aumentar la desigualdad’. Expertos coinciden en que será complicado que este descontento disminuya en los próximos seis meses.
En Estados Unidos, diversas políticas de impuesto a emisiones han fallado en los últimos 20 años. El ejemplo más reciente se dio apenas en estas elecciones intermedias, donde el estado de Washington rechazó por segunda vez el cobro de un impuesto similar al propuesto en Francia.
Ahora, el gobierno de Donald Trump se ha deslindado del Acuerdo de París, tachándolo de ser ‘una política que crea una desventaja para Estados Unidos’. Por si fuera poco, Trump ha prometido apoyo al ‘carbón limpio’, un elemento inexistente que podría ser el causante de un alza en las emisiones estadounidenses en un futuro cercano.
Canadá, por su parte, planea implementar un impuesto por tonelada de emisiones, el cual inyectaría capital a la clase media mediante “incentivos de acción climática”. El partido conservador está en contra de esta medida, pero de ser exitosa podría representar un plano para futuras implementaciones de impuestos verdes, dado que la gran mayoría de las iniciativas pasadas han resultado infructíferas.
De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (IMF), sólo el 12% de las emisiones mundiales están gravadas mediante impuestos directos, bonos verdes o programas de intercambio.
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