El gobierno de la Ciudad de México lanzó esta semana en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) tres mil 909 Bonos de carbono para la reforestación del ejido de San Nicolás Totolapan.
Estos bonos fueron adquiridos por empresas tan importantes como HSBC, Herdez y Unilever con el objetivo de contrarrestar su huella de carbono, con una inversión total por 46 mil 908 dólares. Esta emisión representa un paso hacia adelante en las políticas ambientales acordadas en el Protocolo de Kioto y convierten a la CDMX en pionera de este recurso a nivel Latinoamérica.
La figura, sin embargo, no es nueva a nivel mundial. Se trata de un instrumento económico que pretende reducir las emisiones de gases invernadero a través de certificados que se comercializan a las empresas que requieren disminuir su impacto ambiental. La adquisición de uno de estos bonos representa el compromiso del emisor de generar recursos que reduzcan el volumen de CO2, generalmente amplios terrenos de vegetación.
En 2006 el Chicago Climate Exchange comenzó operaciones como una bolsa alternativa que buscaba ofrecer un escenario para intercambiar certificados a empresas interesadas. Durante el primer año amasó 237 clientes que intercambiaron 10.2 toneladas de CO2.
En nuestro país, el mercado de bonos de carbono ha experimentado un crecimiento moderado. En 2008, México albergaba el 3% de estos bonos a nivel mundial, principalmente en producciones cafetaleras e indígenas en Oaxaca y tequileras en Jalisco. Sin embargo, la incertidumbre existente en la política pública relacionada a este tema, así como el costo de contratar certificadores extranjeros ha impedido que este mercado explote en nuestro país. Por estas razones, la incursión del gobierno de CDMX sienta un precedente que podría tranquilizar a futuros inversionistas.
Si la figura de bonos de carbono continúa su crecimiento en nuestro país, o incluso si se convierte en una obligación (como ya es en países como Japón y Australia), podría representar un aliciente para impulsar a la industria hacia la adopción de energías limpias.
“Nosotros creemos que las políticas que se han implementado pueden contribuir a que zonas con alta contaminación, como la Ciudad de México y Monterrey puedan disminuir drásticamente esta contaminación. (Hace falta) cerrar el círculo de sustentabilidad con paneles solares y vehículos eléctricos. Creemos que hay compromiso de parte de las empresas e industria(…) Los certificados pueden contribuir a impulsar un cambio, la verdad es que yo no creo en subsidios o incentivos ni en penalizaciones, pero sí en metas y objetivos cumplibles que se analicen y se logren”, expresó Israel Hurtado, secretario general de la Asociación Mexicana de Energía Solar.
El recurso de la BMV será utilizado de nuevo por el gobierno de CDMX antes de finalizar el año para comercializar bonos verdes por mil 500 millones de pesos. Estos recursos serán destinados a proyectos sustentables de infraestructura y transporte.
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