“Por la boca muere el pez”, dice un conocido refrán que parece no conocer el Presidente Andrés Manuel López Obrador quien en más de una ocasión ha sido traicionado por su propia lengua.
Específicamente en materia energética, el mandatario federal ostentó cerrar su mandato en dos millones 654 mil barriles diarios; hoy día, ésta se ha reducido a sólo dos millones de barriles, un volumen que en una prospectiva de la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) podría alcanzarse hasta 2026, en el mejor de los escenarios.
Si bien esta administración logró frenar la declinación de la plataforma nacional e impulsar su crecimiento, la realidad es que las estrategias para lograr la anhelada meta petrolera no han funcionado del todo, o al menos como se hubiese querido.
En diciembre de 2018, a escasas semanas del arranque del Gobierno de la autodenominada Cuarta Transformación, Petróleos Mexicanos (Pemex) bajo la dirección de Octavio Romero Oropeza presentó en Ciudad del Carmen, Campeche su primer proyecto petrolero de la administración: Desarrollo acelerado de 20 campos descubiertos.
Se trataba cuatro campos terrestres (Ixachi, Valeriana, Chocol y Cibix) y 14 en aguas someras (Cahua, Cheek, Esah, Hok, Koban, Manik NW, Mulach, Octli, Suuk, Teekit, Tetl, Tlacame, Jaatsul, Pokche, Uchbal y Xikin); meses más tarde añadió los marinos Onel y Yaxché.
Conforme a los lineamientos, Pemex como operador del Estado presentó a la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) los Planes de Desarrollo para los campos estratégicos con excepción de tres de ellos: Valeriana, Pokche y Jaatsul.
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