Chevron y Exxon anunciaron esta semana que planean aumentar su producción en la Cuenca de Permian a un millón 900 mil barriles diarios entre ambos, cifra que ha provocado una tendencia a la baja en los precios mundiales del petróleo, pues se estima que podría desacreditar el esfuerzo de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) por mantener una producción mundial contenida.
Exxon publicó sus intenciones en un comunicado, y explicó que su meta es superior al millón de barriles diarios para 2024, lo que representaría un aumento mayor a 230% de la producción actual que esta compañía tiene en la cuenca. Por su parte, los 900 mil barriles que Chevron prometió a inversionistas para 2023 representan un aumento de producción de alrededor de 170%.
Ben Geman, experto en mercados de Axios, consideró que esta decisión refleja cómo los grandes jugadores del mercado utilizan su peso para controlar proyectos que originalmente fueron desarrollados por jugadores más chicos, y el Houston Chronicle señaló que “los dos gigantes del petróleo tienen una ventaja por la escala de sus operaciones en terrenos amplios, mayor acceso a ductos y ventas garantizadas a sus propias refinerías en la costa texana del golfo”.
Las compañías ganan, los precios pierden
El interés de ambas compañías está impulsado por el aumento repentino en las reservas americanas, que según el Instituto Americano del Petróleo (API) habrían aumentado 7.3 millones de barriles para alcanzar los 451.5 millones. Estos datos provocaron que el día de ayer el precio del crudo West Texas Intermediate (WTI) cayera 1.13%, su mayor descalabro en lo que va del año.
Desde el gobierno de Barack Obama, la producción petrolera estadounidense estaba ejerciendo presión en las políticas mediante las cuáles la OPEP pretendía controlar precios y niveles de producción petrolera mundial. El aumento en las reservas representa un arma para que el gobierno de Donald Trump, que ya ha hecho público su desdén por las organizaciones internacionales, aumente esta presión y modifique el control mundial del crudo.
La constante caída en los precios del petróleo desde el pasado otoño han provocado que varios actores del sector disminuyan sus gastos, pero la cuenca de Permian es un caso único en el que los productores siguen invirtiendo y proyectando alzas en la producción. Exxon dijo, por ejemplo, que su producción en Permian seguiría siendo rentable con un precio de 35 dólares por barril. Actualmente el precio se mantiene cerca de los 57 dólares.
Más hidrocarburos y ¿más negocio?
Para México, el aumento en las reservas no necesariamente es una mala noticia. Como un importador neto de crudo podríamos beneficiarnos de la disminución en los precios, además de que se presentan otras oportunidades en el mercado.
Chevron ha entendido la enorme necesidad de refinación que esta producción requerirá, por lo que compró a Petrobras la refinería Pasadena, cerca de Houston. México, con un sistema renovado de refinerías y una infraestructura que garantice la seguridad de los hidrocarburos, podría buscar contratos para asistir en esta labor. El negocio podría estar en refinar gasolina para venta en Estados Unidos, o incluso en refinar la gasolina que empresas privadas venden en nuestro país.
Por otra parte, la creciente producción petrolera vendrá acompañada de un aumento en la producción de gas asociado. Esto es una buena noticia para México debido a los compromisos que Estados Unidos adquirió para exportar gas a Europa central y oriental. Incluso en Polonia ya se alistan las instalaciones necesarias para recibir los envíos que buscarán debilitar la influencia rusa en la Unión Europea. El nuevo gas asociado podría impedir una escasez que escalaría el precio al que nuestro país compra el gas natural que utiliza en la generación de energía eléctrica.
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