En una columna anterior hicimos el planteamiento de la posición de México en el mercado de petrolíferos y del estatus del midstream en el país.
En continuación de esa idea, ahora abordaremos, ¿por qué la 4ª Transformación y Morena quiere construir una refinería si México tiene acceso a un suministro tan barato de Estados Unidos?
En resumen, está relacionado con la seguridad nacional. Las refinerías actuales de Pemex están funcionando a niveles históricamente bajos y tener una dependencia tan grande de Estados Unidos y de otras naciones expone a México a la dependencia política.
Ha habido un fuerte rechazo a la lógica de la refinería y uno no tiene que mirar demasiado atrás en la historia de América Latina para entender la razón. La refinería Abreu e Lima, la primera construida en Brasil en casi 40 años, ha llegado a simbolizar el núcleo de cómo la corrupción en los mercados energéticos puede tener graves consecuencias.
Los líderes de Brasil estaban jubilosos con el proyecto en 2005, el entonces presidente Luiz Inácio Lula da Silva estaba radiante junto al fallecido presidente venezolano, Hugo Chávez. El costo del proyecto de la refinería fue de 5,000 millones de dólares (mdd) y después de 15 años, aún no estaba completamente construido y le costó al gobierno brasileño 20,000 mdd, 5 veces su presupuesto inicial y el gobierno ahora está tratando de vender la refinería a un privado o inversor internacional.
En los Estados Unidos, la última refinería que se construyó fue la Refinería Garyville propiedad de Marathon Petroleum en 1977. Los economistas argumentan que construir una refinería en 2020 tiene poco sentido porque las proyecciones de crecimiento de la demanda mundial de petróleo alcanzarán su punto máximo para 2030, y todos ponen la demanda máxima entre 115 millones y 125 millones de barriles por día, en comparación con los niveles actuales de 100 millones de barriles por día. Lo que queda claro es que Morena se dedica al proyecto de refinería y lo ha convertido en uno de los proyectos insignia del gobierno actual.
La infraestructura se convierte entonces en un tema clave para apoyar el crecimiento y la producción de la demanda local y es otra parte de la cadena de suministro en la que México actualmente tiene muchas dificultades. El país tiene solo tres días de capacidad de reserva con la infraestructura que ha construido, en comparación con los 30 días en otros países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
México está profundamente subdesarrollado y está desesperado por la inversión extranjera directa. Con el gobierno gastando al menos 8,000 mdd en una refinería, la pregunta sigue siendo cómo planea trasladar sus productos refinados de Tabasco a áreas de alta demanda. El campo de la infraestructura en México está muy poco desarrollado y requerirá una inversión significativa, tanto a nivel nacional como internacional, para estar en una posición en la que el país dependa menos de los combustibles extranjeros.
Hay muchas empresas privadas e internacionales interesadas en el desarrollo de infraestructura de combustibles en México, específicamente en terminales ferroviarias y terminales de almacenamiento tanto en el interior como en los puertos, pero están atrapadas entre dos aguas porque temen el optimismo en torno a empoderar a Pemex y su capacidad en el mercado, esto significaría que México no será un campo de juego justo para los importadores.
El indicio es que si no tenemos un mercado abierto con opciones para los comercializadores, los desarrolladores de infraestructura no tendrán la oportunidad de adquirir múltiples clientes y se les dejará solo negociar con la entidad estatal. La mayoría de los desarrolladores o inversores adoptan la opcionalidad, ya que les permite gestionar mejor su riesgo. Esta preocupación, junto con las obvias preocupaciones financieras que rodean las inversiones durante una pandemia global, ha ralentizado muchos proyectos en México y en todo el mundo. El efecto resultante es que México todavía carece de infraestructura local que tiene una enorme causalidad acumulada sobre la eficiencia y los precios del mercado interno en diferentes regiones.
En consecuencia, tenemos un largo camino por recorrer para lograr el tipo de infraestructura que el país necesita para mejorar la economía del petróleo y lograr una configuración eficiente en la cadena de suministro.
Rajan Vig
Es fundador de Grupo Indimex, una empresa de trading y marketing de petróleo y gas licuado con sede en la Ciudad de México y oficinas en los Estados Unidos. Actualmente es Consultor en Jefe para México del Western Power Trading Forum dentro del espacio de energía y gas y es miembro de la Junta de Comités de ACE e ISME. Cuenta con Maestría en Ciencias en Economía y Política Latinoamericana de la Universidad de Oxford en el Reino Unido y se graduó con una doble especialización en Idiomas Modernos de la Universidad de Manchester (Reino Unido).
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