La exposición de mujeres embarazadas a emisiones provenientes de la quema de gas fósil está asociada con impactos críticos de salud en los recién nacidos, según establece el estudio de CartoCrítica el Centro Mexicano de Derecho Ambiental, AC (CEMDA).
“Entre los resultados neonatales se observa un aumento consistente de parto prematuro, cuyo riesgo aumenta consistentemente con la mayor exposición hasta llegar a 29% por encima del grupo de control”, detalla el estudio “Impactos a la salud neonatal asociados con la quema y venteo de gas en el Sureste de México”.
El bajo peso al nacer, un puntaje en la prueba APGAR bajo y talla baja al nacer, también presentan incrementos significativos. Estas asociaciones persisten aún después de controlar por variables como la atención prenatal, el nivel educativo de la madre, el número de embarazos, la autoadscripción indígena y la altitud de la localidad.
El análisis se centró en la provincia petrolera Cuencas del Sureste, ubicada principalmente entre Tabasco, Veracruz, Chiapas y Campeche, en México, dado que en dicha zona la quema de gas fósil se concentra más del 80% de esta práctica a nivel nacional.
Al concentrar los mayores volúmenes de gas quemado en el país, esta zona motivó la realización de este estudio para evaluar los posibles impactos de la quema en la salud neonatal, particularmente en malformaciones congénitas y resultados adversos al nacer. Los resultados del estudio destacan que la exposición al flaring se asocia con anomalías cromosómicas, cuyo riesgo aumenta 87% en niveles altos de exposición, y otras malformaciones congénitas, con un incremento de 84% en exposición alta.
“La quema de gas en instalaciones petroleras libera compuestos altamente tóxicos, como benceno, hollín, óxidos de azufre y metano, que se asocian con enfermedades respiratorias, cardiovasculares, cáncer y malformaciones congénitas. Además, está asociada con la lluvia ácida que afecta cultivos y cuerpos de agua, afectando tanto la salud como los medios de vida de las comunidades cercanas, convirtiéndose en zonas de sacrificio del sureste mexicano”, afirmó Carla Flores, experta de CartoCrítica.
Si bien estas asociaciones no implican una causalidad directa, los hallazgos subrayan que la llamarada es un factor de riesgo crítico en estas comunidades, exacerbando los problemas de salud ya existentes.
Los resultados también reflejan una realidad más compleja: las comunidades afectadas se enfrentan a un contexto marcado por múltiples factores ambientales, sociales y económicos que interactúan y agravan las vulnerabilidades.
“Las niñas y niños que nacen en zonas con alta quema de gas tienen más probabilidades de nacer con malformaciones o complicaciones de salud. Ésta no es una suposición, son datos. La quema de gas enferma desde antes del nacimiento y quienes viven cerca de los mecheros no pueden seguir siendo tratados como zonas de sacrificio. Es urgente que el Estado actúe para proteger la salud y los derechos de estas comunidades”, señaló Manuel Llano, de CartoCrítica.
La quema de gas fósil o quema es una práctica común en la industria petrolera que genera graves implicaciones ambientales y afecta desproporcionadamente a las comunidades cercanas a estas infraestructuras cuyo derecho humano a un medio ambiente sano y los demás derechos relacionados con éste se ven constantemente violentados.
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