Por: Elizabeth Díaz
El consumo de combustible es el gasto número uno de las empresas de autotransporte. Los costos han ido incrementando a pesar del subsidio y actualmente el precio del litro de diésel oscila entre los 22 y 25 pesos, dependiendo de la región del país. En algunas rutas el consumo de combustible llega a representar hasta el 42% del gasto operativo para los transportistas.
Sumado al reto de los constantes incrementos en el precio del diésel, los empresarios del autotransporte deben afrontar otro problema: el robo de combustible. Esta es una práctica generalizada en el gremio y que en cierta medida es normalizada, hasta el punto de que la actividad se toma como parte del día a día del negocio.
A la par del alza de precio de los combustibles ha proliferado la venta clandestina de huachicol (combustible robado y de dudosa calidad) sobre las carreteras, esta maña está presente en todo el país y es notorio que en sitios estratégicos existen innumerables puntos de venta, incluso con anuncios que lo promocionan.
“Existe el tráfico de combustible, lamentablemente es demasiado tolerable la práctica de vender y comprar combustible producto de la ordeña a los tanques de los vehículos”, comenta en entrevista Edgar Martínez Chavero, gerente general de Transportes Hernie y titular del Comité de Hidrocarburos de la Cámara Nacional del Autotransporte de Carga (Canacar).
Pero mientras el Gobierno federal lanzó en 2021 el Plan Conjunto del Gobierno de México para Combatir el Robo de Hidrocarburos de Pemex, resulta un contrasentido no actuar para terminar con los lugares en donde se vende el combustible robado.
Para Raúl Monroy Otero, director de Operaciones BackOffice de Transportes Monroy Schiavon (TMS), terminar con esta práctica requiere de una acción compartida.
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