El litio es el elemento solido más ligero de la tabla periódica de los elementos y tiene una gran capacidad de ceder electrones. Esta característica lo hace muy atractivo para elaborar baterías puesto que se logra que tengan mejor densidad, es decir, permite que una batería de litio sea más compacta y ligera en comparación con una batería de otro tipo almacenando la misma energía, con larga duración de uso, además de un gran número de cargas y descargas conocidas como ciclos de carga-descarga.
Las baterías comerciales que se hacen con litio van desde las de uso común que compramos en cualquier supermercado, así como las baterías de celulares, tabletas, computadoras portátiles, etcétera, pero sin duda, las aplicaciones que lo han convertido en la estrella de los minerales del momento, son el almacenamiento de energía y movilidad eléctrica.
Si bien el litio no es la única tecnología de almacenamiento para brindar este servicio, sí ha tenido una rápida aceptación en el mercado. No debemos olvidar que también tiene aplicaciones militares para drones y equipos de comunicación; todo esto hace que exista una especie de “fiebre del oro blanco”.
Hay una apuesta muy seria por el almacenamiento de energía con fines de estabilizar las grandes redes de transmisión eléctrica. Entre otros motivos, se pretende “resolver” la famosa intermitencia de las energías renovables, es decir, cuando estamos teniendo una alta producción con energía solar o eólica y de repente se nubla o deja de soplar viento, esta falta de energía se tiene que compensar de algún lado.
Actualmente lo más utilizado son plantas de gas de ciclo combinado, pero la incorporación de grandes bancos de baterías podría hacer una nivelación o compensación de una manera altamente eficiente; por otro lado, si esta misma intermitencia nos provoca “un exceso”, de inmediato podemos poner a cargar esas baterías y tomar la energía almacenada en el momento que la necesitemos.
Por mucho tiempo se ha creído que el litio es fundamental para dar este paso hacia la confiabilidad de la transición energética, pero la realidad es que de momento es muy caro y probablemente no se logre de la manera que se imagina.
En este contexto ¿Cuál es el horizonte? , ¿Qué reservas se tienen y qué implicaciones tiene el uso del litio?
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Es fundamental entender que las reservas probadas crecen año con año y que no es un mineral, abundante, sin embargo esta “fiebre” provoca una exploración sistemática por el oro blanco.
La información que se tiene hasta el 2020, es que Bolivia, Argentina y Chile cuentan con un aproximado del 60 por ciento de las reservas de litio del mundo; México por su parte, tiene sólo el 2 por ciento.
Al ritmo actual de explotación, la humanidad tardaría un milenio en agotar las reservas de litio, Bolivia tal vez 6 o 7 mil años y no porque sean infinitas sus reservas, si no por su ineficiente explotación. Australia, el país que explota sus yacimientos de una manera más acelerada y que es uno de los principales proveedores de carbonato de litio para fabricar baterías, podría tardar unos 160 años en agotar dicho recurso.
Los grandes retos relacionados con el litio son varios, pero el más relevante es desde el punto de vista ecológico. Los compuestos de litio son altamente contaminantes y en los principales yacimientos del mundo, el proceso de explotación requiere 2 mil litros de agua por un kilogramo. Los escurrimientos para obtener carbonato de litio de calidad para la fabricación de baterías, son letales para los mantos acuíferos y la vida acuática.
No por ganar el cielo eliminando los gases de efecto invernadero vamos a perder los suelos y el agua.
Hay que tener claro que el litio no es una fuente de energía sino un medio para almacenarla.
¿Seremos lo suficientemente responsables para manejar los desechos y las baterías agotadas?
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Rangel Sutti es socio fundador de Ecotrends. Cuenta con experiencia y con una trayectoria demostrada
en el sector de la consultoría de gestión. Hábil en negociación, planificación comercial, ventas, inglés
y gestión. Sólido profesional de las operaciones graduado en el IPADE.
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