Durante el sexenio pasado, la compañía española Iberdrola se convirtió en el blanco de las críticas presidenciales. El entonces mandatario, Andrés Manuel López Obrador, la acusó públicamente de “saquear” al país, de beneficiarse de la reforma energética de 2013 y de operar bajo contratos que perjudicaban a la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
La narrativa caló hondo, al grado de que la empresa española decidió aplicar una estrategia muy mexicana: ‘Mejor decir aquí corrió que aquí murió’.
Y es que, en las conferencias matutinas, su nombre se repetía como ejemplo de lo que el Gobierno llama “política neoliberal”y “privatización encubierta”.
En medio de ese clima, y con un endurecimiento regulatorio que cerró puertas y encareció la operación, la multinacional española optó por ir reduciendo su presencia en México.
Lo que alguna vez fue uno de sus mercados más estratégicos en América se convirtió en un terreno hostil. Las cifras lo dicen todo…
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