A pesar de los apoyos fiscales y financieros por 2.4 billones de pesos que recibió entre 2019 y 2024, Petróleos Mexicanos (PEMEX) encara un futuro incierto, ya que su nuevo Plan Estratégico 2025-2035 presenta discrepancias que ponen en duda la viabilidad de sus metas productivas y financieras, advirtió el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).
El plan establece objetivos ambiciosos como alcanzar una producción de 1.8 millones de barriles diarios, incrementar en 43% la producción de gasolinas y en 68% la de diésel, así como disminuir en 20.8% la deuda hacia 2030.
Para lograrlo, PEMEX contempla esquemas de financiamiento innovadores, como notas pre-capitalizadas por 12 mil millones de dólares, el uso de la banca de desarrollo y una inversión de 250 mil millones de pesos. La intención declarada es que a partir de 2027 la empresa pueda sostener balances positivos y dejar de recibir aportaciones directas del gobierno federal.
“Al revisar el presupuesto previsto para 2026 se observan señales contradictorias”, explica el CIEP.
En el área de exploración y extracción, fundamental para garantizar la producción futura, se plantea un gasto de 251 mil millones de pesos, lo que representa una reducción de 8% respecto al año anterior. En refinación, en cambio, se prevé un incremento gradual del presupuesto, con una asignación anual promedio de 17 mil millones de pesos, superior a lo ejercido en la administración pasada. Esto ocurre a pesar de que el área reportó pérdidas de operación en 2024.
En el rubro de servicios personales, los recursos ascenderán a 111 mil millones de pesos, un aumento de 4.2% en comparación con 2025.
El aspecto financiero también refleja inconsistencias importantes. Mientras el Plan Estratégico proyecta balances positivos durante todo el periodo que va de 2025 a 2035, los reportes internos presentados ante el Consejo de Administración de PEMEX anticipan déficits entre 2027 y 2031.
“Esta diferencia plantea una interrogante crucial: ¿será realmente posible que la empresa deje de depender del apoyo del erario a partir de 2027?”, cuestiona el CIEP.
El análisis recuerda que entre 2019 y 2024 el balance financiero positivo de PEMEX no fue producto de una mejora operativa, sino de las transferencias extraordinarias del gobierno federal, que permitieron compensar los déficits que de otro modo habrían promediado 237 mil millones de pesos anuales.
En ese periodo, el gasto de inversión estuvo marcado por proyectos de gran calado como la Refinería Olmeca y el Plan Nacional de Refinación, mientras que el pago de intereses y deuda llegó a representar 17.4% del gasto total.
De acuerdo con el CIEP, los instrumentos de financiamiento planteados, como el apoyo de la banca de desarrollo o el Fondo Nacional de Infraestructura, ofrecen alternativas para ampliar la capacidad de inversión más allá del presupuesto federal. Sin embargo, su diseño y ejecución serán determinantes, pues aunque no necesariamente se registren como deuda pública, sí implican compromisos a futuro para la Federación.
En este contexto, el reto para PEMEX no solo consiste en elevar la producción y garantizar la seguridad energética, sino también en demostrar que puede alcanzar un equilibrio financiero sostenible. La tensión entre metas ambiciosas y recursos limitados marcará la discusión del Paquete Económico 2026 y, en última instancia, definirá si la empresa logra convertirse en un motor de soberanía energética o si continúa siendo un peso para las finanzas públicas del país.
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