En un país donde la energía fluye como la sangre siempre en movimiento, hay quienes no solo entienden su dinámica, sino que la moldean con visión, pasión y una insólita mezcla de rigor técnico y alma de jinete, Isidro Fernández López es uno de esos hombres.
Su voz es serena detrás del teléfono, casi pausada, revela una mente que ha navegado los pasillos de las instituciones más complejas del país y que ha encontrado, tanto en los reguladores como en el campo abierto, un espacio para respirar, para crear, para liderar.
Isidro creció en el seno de una familia tradicional que lo llevaría a estudiar Derecho y a especializarse en competencia, regulación y mercados energéticos. Pero si uno se queda en los títulos, se pierde lo esencial: es la historia de un hombre que ha hecho del equilibrio su forma de vida.
Equilibrio entre el escritorio y la silla de montar. Entre las cifras del gas natural y los ladridos de sus perros, con quienes disfruta momentos de agradable compañía.
La ruta energética
La carrera de Isidro comenzó a tomar forma entre documentos, mapas de ductos y modelos económicos. Desde muy joven, supo que la energía no era solo una industria, sino una columna vertebral del país. Esa intuición lo llevó a pasar por tres de las instituciones más importantes del sector: la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE), la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y el Centro Nacional de Control del Gas Natural (CENAGAS).
En COFECE, fue testigo y actor del combate a las prácticas monopólicas y de la creación de condiciones para una competencia sana.
“La energía no solo debe llegar a todos, debe llegar en condiciones justas”, afirma al recordar su paso por la Comisión.
En la CRE, su mirada se enfocó en las zonas geográficas de distribución de petrolíferos. Ahí aprendió que la regulación también es un acto de justicia: equilibrar el acceso a un recurso estratégico, pensando no solo en la rentabilidad, sino en la dignidad de los usuarios.
Pero fue en CENAGAS donde su perfil técnico se volvió estratégico, pues participó en decisiones clave para llevar a más regiones el gas natural mediante un suministro seguro, continuo y moderno. La palabra “integración” se convirtió en su mantra. No solo técnica, sino humana, institucional, territorial.
IFENERGHI: la independencia del visionario
Hoy, como director general de IFENERGHI, Isidro ha dado el salto que muchos sueñan pero pocos ejecutan: pasar del servicio público a la iniciativa privada sin perder el propósito.
Su empresa, enfocada en consultoría técnica, estratégica y regulatoria para proyectos de infraestructura energética, es el espacio donde converge todo su conocimiento. Pero también, su vocación por construir y transformar.
“No creo en los fracasos, solo en lecciones”, afirma.
Su fórmula de liderazgo es sereno, explica, y consiste en escuchar antes de hablar, proponer sin imponer, inspirar sin forzar.
Caballos y perros: las otras pasiones
Pero sería un error reducirlo solo a su carrera. Porque Isidro es también un hombre de pasiones hondas y silvestres. La charrería no es solo un hobby, es un refugio.
La vida entre cuacos, sombreros, lienzos y la cadencia de las suertes charras le ha enseñado el valor de la paciencia, del ritmo, del respeto por el tiempo.
“En el ruedo, como en la vida, no puedes apurar a la bestia. Hay que entrar con temple”, confiesa.
Y luego están los perros, sus compañeros fieles, sus cómplices silenciosos. Con ellos ha aprendido lo que ningún MBA enseña: lealtad, instinto, compañía sin condiciones, añade.
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