En la charrería hay que jugarse la vida sin temor a caer del caballo, es la lección que Roberto Díaz de León aprendió desde joven y que le dio la entereza y la disciplina para dirigir un exitoso imperio de 50 gasolineras llamado Combured, y a consolidarse como uno de los empresarios más destacados del sector energético.
“A los 3 años ya andaba a caballo, la charrería es una de las pasiones que me influyó desde la infancia porque ahí aprendí valores como disciplina, honestidad, pero también a saber trabajar en equipo”, recuerda Díaz de León en entrevista con Energy21.
Originario de San Luis Potosí, el también expresidente de Onexpo Nacional afirma que vestirse de charro es vestirse de México y eso le dio un sentido de pertenencia y de querer a su país.
La charrería es replicar como deporte las 10 faenas que se hacen en el campo, entre ellas está el temido “paso de la muerte” en donde el jinete, montado sobre un caballo domado y educado, corre a toda velocidad paralelamente con una yegua bruta y, emparejándose con ella, se pasa del caballo en que va montado a la yegua.
El jinete debe sostenerse únicamente de las crines, tanto de su caballo, como de la yegua a la que ha de pasar.
“Tengo unas 14 fracturas más o menos en mi vida como resultado de la charrería. Se necesita un valor extraordinario, porque no cualquiera se atreve a subirse a un caballo de más de 500 kg, o estar en frente de toros de 700 kg”, afirma.
De estudiante a gasolinero
Hijo de un padre médico y de una madre dentista, Roberto no se sintió atraído por el sector salud y prefirió estudiar Administración de Empresas en el TEC de Monterrey y al terminar la carrera, a los 24 años, entró a trabajar en un rancho de su natal municipio de Tierra Nueva, en donde sucedió algo que definió su camino.
“El dueño del rancho tenía estaciones de servicio y me involucró un poquito con el negocio. A esa edad, y con ayuda de mis padres, puse mi primera estación de servicio, porque en el municipio no había”, recuerda.
“Mis papás financiaron, obvio me cobraron el financiamiento, además había un programa del FIDE de apoyo para las Pymes y fue así como conseguí 50 mil pesos para comprar los tanques, que era un buen dinero en la década de los noventas”, afirma Díaz de León.
Tiempo después, Roberto se alió con 10 socios que tenían estaciones gasolineras, establecieron un consejo de administración y pusieron la primera piedra de lo que hoy es Combured, una agrupación que suma 50 estaciones de servicio, que da empleo a más de mil personas, y que también participa en otras cadenas de valor como distribución, comercialización y transporte.
“Fue un gran reto porque en esa zona hay muchas minas de un material que se llama laja, que es muy dura, entonces para hacer los hoyos de los tanques pues tuvimos que cerrar la carretera, conseguir dinamita, los permisos del ejército, luego se nos complicaba seguir escarbando y tuvimos que buscar alternativas”, menciona.
Díaz de León agradece el apoyo que recibió de PEMEX en aquel entonces, por la asesoría y la guía que les brindó para avanzar con el proyecto.
Cargando un portafolio
Aunque ya era un empresario local exitoso, Roberto no entró por la puerta grande a Onexpo, la asociación más importante del gremio gasolinero, ya que inició cargando el portafolio de un alto directivo y acompañándolo en sus reuniones.
“Yo empecé siendo secretario de Onexpo San Luis, y el presidente en ese tiempo era don Rafael Alcalá que tenía como 70 años, y literal yo le cargaba el portafolio”, rememora.
“Andaba a todos lados con él y era una persona muy inteligente al que le aprendí mucho. Entrábamos en las juntas del consejo y ahí es como aprendí la forma de operar de la Onexpo”, señala.
Roberto fue ascendiendo hasta asumir cargos como la Comisión de Comunicación, el Consejo de Vigilancia y luego ser presidente de la Onexpo Nacional, en un momento de cambios en el sector energético por la reforma de 2013.
“A mí me tocó una época muy interesante, porque fue la apertura del mercado tras 70 años en donde PEMEX era el único participante que podía tener presencia en algunas actividades de la cadena de valor, pero luego también me tocó la llegada de la Cuarta Transformación que tenía otra visión del sector”, destaca.
Aprender a hacer
La filosofía empresarial de Roberto Díaz de León se resume en una frase: aprender a hacer, luego hacer-hacer, luego dejar hacer y finalmente dar qué hacer.
Es el método que usa para sus negocios y para la vida, en donde primero aprende sobre un negocio o una actividad, luego la lleva a la práctica hasta dominarla y construir un negocio, luego delega funciones, y finalmente da una fuente de trabajo.
“Es un ciclo que se repite y es por eso que no puedo estar inactivo, siempre estoy viendo qué cosa nueva hago”, afirma.
Hoy con un emporio gasolinero y su futuro económico resuelto, Roberto Díaz de León disfruta seguir trabajando y generar valor.
Se levanta a las 6 de la mañana y camina 7 kilómetros, luego trabaja hasta las 4 de la tarde para ir a comer a casa, a las 6 de la tarde procura dejar el trabajo para montar alguno de los caballos raza cuarto de milla que tanto le encantan.
El trabajo de director general suele ser muy estresante, porque “a veces sufres para cubrir la nómina”, por eso Roberto se da tiempo para ver películas o alguna serie que lo distraigan al final del día, y así olvidarse de las presiones.
Los fines de semana, lo deja todo por convivir con sus dos hijos que están en los veinte años. Roberto admite que sacrificó muchos momentos de convivencia con su familia para construir su carrera empresarial, pero no se arrepiente porque sabe que en la vida el éxito necesita de sacrificios.
En este sentido, Roberto finaliza con un consejo para todos aquellos que busquen emprender: “Se vale equivocarse, se vale caer, lo que no se vale es no intentarlo”.
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