El 70 por ciento de los mexicanos vive en zonas que representan vulnerabilidad energética, es decir, que están propensos a diversos riesgos derivados de los cambios y fenómenos meteorológicos, dijo Karla Cedano, responsable del laboratorio de Innovación y Futuros del Instituto de Energías Renovables de la UNAM.
“Eso significa que estamos en riesgo de pobreza energética si caemos en cosas como el cambio climático. La única forma es transitando a energías renovables”, dijo la especialista en un foro en la Cámara de Diputados.
Explicó que el centro de la transición energética no son las energías renovables, sino que debe ser una transición justa, que incluya justicia climática, ambiental y energética.
“Si no lo vemos así estamos perdidos, la justicia energética tiene que ver con democracia energética, no solo que tengamos acceso, sino gestión autónoma de nuestra energía. Qué hacemos, cómo la usamos y cómo ahorramos”, indicó.
Comentó que también es necesario reducir los costos sociales de la transición, porque “es inhumana la forma que sacamos recursos, implican costos sociales y ambientales”.
Israel Hurtado, presidente de la Asociación Mexicana de Hidrógeno y Movilidad Sostenible (AMH2), comentó que el país tiene un gran potencial para desarrollar energías renovables por su posición geográfica, lo cual debe ser aprovechado en pro del cuidado ambiental y de la economía responsable.
Consideró que el país debe impulsar la generación de energía limpia, para atender la demanda industrial derivada de la recolocación de inversiones, o nearshoring.
“Cuando las empresas llegan a México lo primero que piden es energía, y después que sea limpia. El país debería potenciar más las renovables, hay oportunidad con el hidrogeno y las empresas globales deben cumplir planes de descarbonización”, añadió.
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