Han pasado ya algunas semanas de que se rechazó la propuesta de reforma Constitucional en materia eléctrica promovida por el Gobierno Federal que trazaba cambios determinantes para el sector y sus participantes. Una gran interrogante flota en el aire por saber qué es lo que sigue. Incluso se siente una extraña “calma” después de seis meses con el tema en el día a día, escuchando opiniones y análisis vistos desde diferentes perspectivas; hoy, parece ser algo del pasado, pero los retos y las necesidades apremiantes del sector siguen presentes.
Lo primero que me gustaría recalcar es que no fue un tema menor los cambios que se evitaron a la Constitución. Si queremos tener un sector eléctrico competitivo, con menores costos y más energía limpia, sobre todo uno del tamaño de México, lo mínimo necesario más no suficiente, es tener un operador independiente del sistema, un regulador activo, además de promover la apertura a la competencia en generación y suministro de electricidad.
Más allá de los contratos de autoabasto y de reservar al menos el 54 por ciento de la generación a la Comisión Federal de Electricidad, los cambios propuestos incluían desaparecer al regulador (Comisión Reguladora de Energía), al operador independiente del sistema y la competencia en el suministro de electricidad. Justo ahí radicaba mi más grande preocupación.
¿Cuántos años hubieran tenido que pasar para que existieran las condiciones políticas que permitieran nuevamente hacer cambios a la legislación?
Más allá del proceso legislativo-político, la realidad es que las problemáticas del sistema y los retos siguen presentes, sin hablar de la parálisis en permisos y trámites ante las autoridades que se ha mantenido los últimos años.
La gran área de oportunidad para esto en mi opinión es la generación distribuida, una alternativa que permite reducir costos en electricidad al generar electricidad donde directamente será consumida. También nos permite comenzar a transitar a una nueva perspectiva de los consumidores, donde también generamos electricidad y tratamos de adecuar nuestros patrones de consumo a donde está la energía más barata disponible, que serán las horas de producción solar.
Nos permite tener una nueva responsabilidad y no dejarlo todo a los generadores convencionales o al operador. Por ejemplo, al integrar sistemas de almacenamiento de energía podemos diferir producción solar de horas baratas a la tarde cuando la hora es más cara. También nos permite dar regulación de voltaje y frecuencia; el principal reto con el que tenemos que lidiar para la integración de renovables y que en este momento está siendo brindado principalmente por generación térmica.
También es una oportunidad para los consumidores de autoabasto de migrar al mercado sin tener un impacto económico significativo como puede suceder si pasaran directamente a CFE Suministrador de Servicios Básicos, sin costos de transmisión y distribución, generación económica y en sitio a un precio económico.
Ante la posible parálisis en al menos los siguientes dos años de grandes proyectos, necesitamos buscar alternativas. Es momento de que el consumidor asuma un rol más activo que la regulación actualmente nos permite. Aportemos nueva generación, limpia y en el centro de consumo, nuevas tecnologías y nuevos patrones de consumo que permitan a México continuar con la integración de energías limpias y la transición energética. La solución está en nuestras manos.
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Es Licenciado en Matemáticas aplicadas y computación por la UNAM, especializado en el sector energético
desde 2013. Participó como supervisor operativo en la primera y segunda Subasta de Largo Plazo en el
CENACE. Hoy en día trabaja como consultor independiente en el sector eléctrico y análisis de datos con
especial atención en la región de Baja California Sur.
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