El T-MEC prácticamente ha muerto, debido a la nueva estrategia comercial de Estados Unidos que combina aranceles, control de inversiones y presión política, y que ha dejado de lado el espíritu original del acuerdo firmado en 2020, opinó el experto energético Ramsés Pech.
En un análisis, Pech señala que el gobierno estadounidense, bajo la presidencia de Donald Trump, ya no oculta su intención de renegociar las reglas del comercio bilateral y prescindir del TMEC como instrumento central.
La carta enviada por Trump a México el pasado 11 de julio, en la que se advierte un incremento de 30% en los aranceles a todas las importaciones mexicanas, es una muestra contundente de que Estados Unidos ya no está interesado en mantener el tratado trilateral como fue firmado.
Pech afirma que el peor de los escenarios, la ruptura del TMEC, ya es una realidad práctica, aunque no se haya declarado formalmente su cancelación. Las continuas visitas de funcionarios mexicanos a Washington para negociar ajustes arancelarios han resultado en cambios tan frecuentes que los planes de negocios se vuelven obsoletos en semanas.
“El dilema de Estados Unidos hoy es claro: no necesita al TMEC. Su estrategia es obtener ingresos adicionales vía aranceles e incentivar la relocalización de empresas en su territorio, bajo esquemas de permisos y trámites más ágiles”, sostuvo el experto.
El déficit comercial de Estados Unidos con México se ha convertido en un tema de seguridad nacional para Washington. En 2025, el saldo negativo acumulado ronda los 114 mil millones de dólares, con un crecimiento del 53% en comparación con años anteriores.
México exporta a Estados Unidos el doble de lo que le compra, y además, según el análisis, permite el ingreso de insumos asiáticos (principalmente de China) que luego se ensamblan y exportan como si fueran mexicanos, violando reglas de origen del TMEC.
Estados Unidos también ha manifestado su preocupación por las recientes reformas constitucionales y legales en México en temas de energía, justicia y órganos reguladores, lo cual ha creado un ambiente de incertidumbre jurídica para los inversionistas extranjeros, afectando la confianza en el acuerdo comercial.
Según Pech, el camino que se perfila es el de los acuerdos bilaterales directos entre México y Estados Unidos, dejando al margen la relación con Canadá y rompiendo la lógica trilateral que dio origen al TMEC.
Para Estados Unidos, el enfoque está en atraer inversión extranjera directa, con incentivos para que las empresas se trasladen al mercado estadounidense. Esto permite controlar precios, generar empleo local y obtener ingresos vía impuestos y aranceles sin preocuparse por acuerdos comerciales multilaterales.
México enfrenta un escenario complejo, ya que el 83% de sus exportaciones van a Estados Unidos, principalmente en manufactura automotriz, sin tecnología propia y con fuerte dependencia de insumos importados.
Además, los costos logísticos y de seguridad interna encarecen el comercio. Según datos de seguridad citados por Pech, en México ocurren al menos 57 robos diarios al transporte de carga, lo que eleva entre un 20% y 45% el costo de mover mercancías por carretera o tren, frente al traslado directo en suelo estadounidense.
Pech concluye que México debe replantear su política comercial exterior y asumir que el esquema del TMEC ya no es viable en su forma original. El país deberá enfocarse en negociaciones bilaterales, replantear su modelo de exportación y resolver sus vulnerabilidades internas en logística, seguridad y certeza jurídica si quiere seguir siendo atractivo en el nuevo orden comercial de América del Norte.
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