En el marco del Día Internacional de la Mujer es común encontrarnos ante un bombardeo de artículos, eventos y un sinfín de piezas de comunicación sobre las mujeres y el tema de género. Ese día todas las organizaciones y profesionales se muestran como grandes adeptos al tema. El sector energético no es la excepción, ya que durante los últimos 10 años he sido testigo del creciente interés en el tema de género.
En ese contexto, este artículo -de opinión- podría versar sobre muchas cosas, estadísticas del lugar que ocupan las mujeres en el sector a nivel mundial y en México (respuesta corta, no más del 35 por ciento en el mejor de los casos), de las desigualdades a nivel organizacional que viven mujeres y hombres profesionistas, brechas de género en el sector educativo de la energía, entre muchos otros (de todo esto podemos hablar en otra ocasión). Sin embargo, quisiera aprovechar el furor del 8M para exhortar al sector a una sola acción: hacer las cosas bien.
Para plantear los cambios, hay que tener un bagaje especializado, ya que un abordaje empírico o sin base teórica puede incluso recrudecer las brechas porque las buenas intenciones no bastan. Quizás no todas las organizaciones del sector están en posibi lidades de contar con tal asesoría, pero aquí comparto algunas recomendaciones de lo que sí y lo que no cabe cuando estamos impulsando el tema de género y energía, en un afán de apoyarles (y ayudarme a mí misma a hacer menos corajes).
Lo primero, las definiciones. Si bien, me llena de satisfacción haber contribuido a abrir este camino donde el tema de género se posicionó en la agenda energética, me preocupa sobremanera la trivialización del tema y el uso a diestra y siniestra (y sin distinción) de conceptos como igualdad, equidad, empoderamiento, autonomía, feminismo, diversidad e inclusión, que se toman como equivalentes cuando no lo son. Es verdad que hay que masificar el mensaje y comunicar de la forma más entendible, pero los conceptos importan, determinan de fondo la causa por la cual se quiere luchar y aquello que se quiere conseguir; obviarlo le quita sustancia a la misión. Asimismo, sigue siendo tiempo de hablar de las mujeres y trabajar por y para ellas, las otras causas importan y tienen sus propias arenas, pero no podemos diluir o subsumir la agenda de las mujeres en las otras.
Segundo, el prerrequisito más importante: la sensibilización, el punto de partida para cualquier transformación. Una buena sensibilización de género sí o sí te va a sacudir, te va a incomodar, porque si no lo hace, significa que no fue una experiencia vivencial que te permita desmontar tus pensamientos más primitivos sobre lo que crees que le corresponde en este mundo a las mujeres y a los hombres. Sí, es un tema punzante, delicado, e incluso doloroso o chocante, pero es necesario para que el tema de género entre a nuestro chip y se refleje desde nuestra casa hasta nuestro escritorio.
Tercero, hablando de la casa, el más difícil campo de esta batalla. Como dice una de las máximas de género, “lo personal es político”. Y aquí entra mi párrafo dirigido a los hombres: el problema público del sector también se resuelve desde el ámbito privado, la sociedad no podrá alcanzar la tan anhelada igualdad en tanto no exista un reparto equitativo de labores al interior del hogar. Aquí se requieren hombres comprometidos, no bajo el discurso desacertado de “yo respeto a las mujeres porque tengo hermanas, hijas y madre”. Sino aquellos que se cuestionen sus privilegios y quieran deconstruirse.
Para alcanzar la igualdad de género en el sector hay todo por hacer, y para ser más clara que el agua, aquí un decálogo de recomendaciones específicas para este 8 de marzo, que les permitirá no quemarse en sociedad y contribuir realmente a esta causa:
1. En lugar de cambiar tu logo de color, cambia tus políticas de contratación
2. En lugar de hacer un desayuno para tus empleadas, dales mejores prestaciones
3. En lugar de regalarles una rosa, no las penalices por salir a la junta escolar
4. En lugar de considerarlas la pieza más hermosa de la creación, establece contractualmente la prohibición de conductas sexistas
5. En lugar de “felicitarlas”, deja de pedirles que sirvan el café o té u organicen la posada solamente por ser mujeres
6. En lugar de hacerte publicidad, asegúrate de que les pagas lo mismo por igual trabajo
7. En lugar de darles cascos color rosa, dales equipo de seguridad de su talla
8. En lugar de considerarlas “más pacíficas o éticas”, desmonta los estereotipos (incluso los “benevolentes”)
9. En lugar de presumir que en tu organización no hay denuncias por acoso sexual, reflexiona por qué nadie tiene la confianza de reportar casos. Te aseguro que los hay
10. Inserta aquí tu cliché y cambia…
Por supuesto hay que subirse a la tendencia del 8M ¿Quién no lo haría? Pero hagámoslo correcta y conscientemente. El día en sí es una gran oportunidad de informarnos, de aprender y deconstruirnos. Justo para eso está una, como experta en género y energía, que implica no solamente ser activista, sino haber investigado y estudiado minuciosamente qué tiene que ver un tema con el otro, y más allá de lo teórico, cómo se logra la transformación en la práctica.
Esa es la misión, trabajar por y para las mujeres, con el optimismo y la esperanza de que otro sector y otro mundo es posible.
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Pionera mexicana del nexo género-energía, activista por el empoderamiento de las mujeres
como agentes de cambio en la transición energética. Actualmente es CEO de Gendergy, consultora
especializada en género y energía. Es Fundadora de REDMEREE, e integrante de Voz Experta.