En México, la Comisión Reguladora de Energía (CRE) ha sido objeto de intensos debates y críticas en relación con su capacidad para gestionar eficientemente los trámites en el sector energético. Recientemente, la CRE tomó la decisión de levantar los plazos y eliminar los folios para atender nuevos permisos o modificaciones a los mismos, en atención a la avalancha de amparos que recibió la medida, un paso que pretendía desenredar la maraña burocrática que obstaculizaba a las empresas del sector.
No obstante, esta acción plantea preguntas cruciales sobre la capacidad de la CRE para responder a las demandas de las empresas en lo que resta del año y, posiblemente, en un contexto político cargado como el del año próximo.
Bajo un nuevo panorama queda cuestionarse si la decisión tomada, para agilizar los procesos de otorgamiento y modificación de permisos en la industria energética, fue la mejor solución y si realmente acelerará la tramitología al tiempo de reducir la incertidumbre que afectaba a las empresas que buscaban operar y expandirse en el sector.
Sin embargo, a medida que observamos la terca y obstinada realidad, es evidente que esta medida puede tener efectos contraproducentes.
La CRE se enfrenta a un cuello de botella inmenso en términos de trámites pendientes y solicitudes acumuladas. Miles de ellos relacionados con petrolíferos, actualizaciones, cambios de marca y producto, levantamiento de clausuras ilegales y autorizaciones de representantes legales nuevos, se encuentran en la fila de espera. El panorama, a todas luces, es abrumador y no de fácil salida.
Futuro incierto
La cantidad de solicitudes pendientes asciende a unos nueve mil ingresos, calculables gracias a los dichos de algunos de sus funcionarios. De ser reales, la Comisión no parece estar en posición de atenderlas eficazmente en el corto plazo.
A pesar del levantamiento de folios y plazos, el rezago persiste y la incertidumbre sigue siendo la norma en la industria energética. Lo más grave es que empresas y empresarios mexicanos que están comprometidos con el sector, están arriesgando su patrimonio para contribuir a su desarrollo y se encuentran en un estado de indefensión y total oscuridad.
La falta de personal suficiente, y la ya aparente falta de disposición de servicio por parte de los funcionarios la CRE, se encasillan como desafíos adicionales. Los funcionarios encargados de resolver trámites y solicitudes a menudo no responden en tiempo y forma, y algunos incluso buscan “errores” para negar la acreditación.
Esta situación es perjudicial para las empresas y socava la, ya de por sí deteriorada, confianza en el órgano regulador.
Rumbo al 2024
El año en curso, y el próximo, están marcados por la intensidad política en México. Las elecciones y los cambios de Gobierno suelen generar incertidumbre en cualquier sector, pero en el energético, ésta puede ser aún más aguda. Los especialistas no prevén cambios significativos en la CRE en el corto plazo, y la falta de asignación de un nuevo comisionado agrava la situación.
El número de permisos aprobados en 2023 podría no superar significativamente los del año pasado, lo que indica que el rezago persistirá.
Pese a la aprobación de 654 permisos en el año hasta ahora, la falta de autorizaciones sigue afectando tanto la venta al público, pero de manera notoria al almacenamiento y a la comercialización. Esta situación plantea desafíos para el sector en un momento en que el país necesita atraer inversiones y avanzar en su transición energética. La CRE, como organismo técnico, se enfrenta a la posibilidad de ser utilizada con fines políticos y electorales, lo que podría perjudicar aún más la parálisis en el sector.
Desafío monumental
En resumen, el levantamiento de plazos y la cancelación de folios por parte de la CRE, aunque buscaba ser una solución, ha dejado al descubierto la magnitud del desafío que enfrenta el sector energético en el país. El rezago en los trámites, la falta de comunicación efectiva y la in
En un año político crucial, la incertidumbre en el sector energético podría persistir, lo que tendría graves repercusiones en términos de inversión y desarrollo sostenible. Es esencial que las autoridades y la CRE aborden estos desafíos de manera efectiva para garantizar un futuro más claro y prometedor para la industria energética en México.
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Es economista, académico y experto en el sector energético. Conductor del programa y podcast La Voz de la
Energía. A la par es a articulista en medios especializados