La imposición de aranceles del 50% al acero y aluminio mexicanos por parte de Estados Unidos encendió las alarmas en la industria automotriz, uno de los sectores más estratégicos para la economía nacional, ya que es responsable de generar el 63% de las divisas que ingresan diariamente al país, señalan expertos.
De acuerdo con un análisis del experto en energía y comercio Ramsés Pech, la decisión estadounidense responde a preocupaciones sobre la trazabilidad del origen de estos metales, esenciales para la manufactura de autos. Washington sostiene que México podría estar triangulando acero y aluminio subsidiado proveniente de China, lo cual distorsionaría el mercado estadounidense y violaría las reglas del T-MEC.
“La medida no es una decisión unilateral arbitraria, sino parte de una estrategia comercial para proteger a las industrias estadounidenses ante posibles distorsiones generadas por insumos asiáticos”, advierte Pech.
Los datos muestran que México mantiene un superávit comercial de 2 mil 350 millones de dólares en acero con Estados Unidos, pero presenta un déficit de mil 966 millones con China.
En el caso del aluminio, la balanza con Estados Unidos es negativa en mil 609 millones, mientras que con China el déficit asciende a 2 mil 757 millones. Esta dependencia de insumos chinos, en un contexto de guerra comercial entre Estados Unidos y China, es vista como un riesgo para la seguridad económica estadounidense.
Estados Unidos considera que un volumen significativo del acero y aluminio utilizados por la industria automotriz mexicana tiene origen chino, lo que compromete el cumplimiento de reglas de origen del T-MEC.
Esto cobra especial relevancia si se considera que entre el 60% y 70% de un automóvil está compuesto por acero y sus derivados, y entre el 20% y 30% por aluminio.
Pech advierte que si México no modifica su política de proveeduría, la presión arancelaria podría prolongarse, llevando incluso a la relocalización de cadenas de suministro por parte de empresas estadounidenses que buscarían evitar los costos adicionales.
A ello se suma la caída del 56% en la inversión extranjera directa en el sector minero nacional en 2024, debido a cambios en la política pública, lo que profundiza la dependencia de importaciones para abastecer la demanda interna.
El reto para México, concluye el experto, será encontrar fuentes alternativas de acero y aluminio que no estén bajo el escrutinio de su principal socio comercial, o bien, iniciar una renegociación arancelaria que garantice la continuidad del flujo manufacturero sin desincentivar la inversión extranjera.
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