La gestión del agua ya no puede pensarse solo en términos de extracción y consumo. México enfrenta una disyuntiva histórica: seguir viendo el agua residual como un desecho o comenzar a tratarla como un recurso estratégico. El futuro del agua está en recuperar, tratar y reutilizar lo que hoy dejamos ir por el drenaje. Y para lograrlo, el primer paso es medir en tiempo real lo que sucede bajo nuestros pies: en los colectores, en las redes de alcantarillado y en los cuerpos de agua urbanos.
El agua residual, ese pasivo ambiental al que no solemos prestar atención, puede convertirse en la llave de nuestra seguridad hídrica. Cada metro cúbico contiene valor oculto: puede ser tratado para riego, procesos industriales o recarga de acuíferos; representa ahorros frente a la producción de agua potable; y reduce la presión sobre los ecosistemas. Pero nada de esto es posible si no sabemos qué contiene, en qué cantidad y en dónde se genera.
Medir para transformar
El agua cambia dinámicamente con el clima, la economía y la vida urbana. Medir de forma puntual y manual ya no basta. La única forma de transformar el agua residual en un recurso es con monitoreo continuo y en tiempo real.
El informe US Water Big Data de Mazars (2019) demostró que las utilities que invierten en monitoreo y análisis de datos logran entre 15% y 30% de mejoras operativas. Es decir, medir no solo ayuda a detectar contaminación en origen o a anticipar fallas en la red: también permite planear inversiones con visión estratégica.
Una propuesta mexicana: RIMCA
En México, la iniciativa RIMCA (Red Inteligente de Monitoreo de Calidad de Agua Residual), desarrollada por Hydrous, plantea justamente este salto. Con sensores instalados en drenajes, colectores y plantas de tratamiento, inteligencia artificial para generar modelos predictivos y mapas dinámicos de riesgo, esta propuesta busca prevenir la contaminación antes de que llegue a ríos y lagos.
La Reingeniería Institucional impulsada por Ibyma añade otro elemento clave: transformar a los organismos operadores en gestores inteligentes de recursos hídricos. De recolectores de agua sucia, a administradores de un recurso estratégico.
De la amenaza a la oportunidad
El 80% de los contaminantes llega a los cuerpos de agua a través de descargas sin tratar (UN Water, 2023). Si actuamos en los drenajes, intervenimos antes del daño. Y si monitoreamos con precisión, abrimos la puerta al reúso: destinar cada tipo de agua residual al tratamiento adecuado para su mejor aprovechamiento.
Los beneficios son múltiples: resiliencia hídrica, reducción de costos de tratamiento, salud pública y cumplimiento ambiental. Casos como Singapur (PUB, 2022) o California (California Water Board, 2023) muestran que cada dólar invertido en monitoreo puede devolver entre tres y siete dólares en beneficios.
El momento de México
México no puede quedarse atrás. Implementar redes de monitoreo obligatorio en ciudades e industrias, crear bancos de datos públicos sobre calidad del agua residual y capacitar a los organismos operadores son pasos urgentes. Según Global Water Intelligence (2023), el mercado mundial de agua reutilizada superará los 32 mil millones de dólares en 2027. El país que aprenda a medir, reutilizar y controlar este recurso tendrá una ventaja competitiva enorme.
Medir no es solo un acto técnico: es un acto de responsabilidad. El agua residual no debe ser el final del ciclo, sino el inicio de una nueva oportunidad. Si México apuesta por el monitoreo inteligente en tiempo real, podrá transformar la escasez en un motor de innovación y prosperidad.
Porque, como enseña la experiencia global: lo que no se mide, no se puede mejorar.
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