Este verano, gran parte del país se encuentra bajo intensas lluvias, con inundaciones en zonas del centro y sur. Sin embargo, la paradoja hídrica mexicana persiste: mientras algunas regiones parecen tener agua de sobra, el norte enfrenta sequías extremas y excepcionales (Monitor de sequía de América del Norte), pozos al límite de su explotación y presas con niveles críticos. Esta desigualdad del recurso se vuelve especialmente delicada en la frontera con Estados Unidos, donde el agua no solo es un bien escaso, sino también un tema diplomático.
A ello se suma la reciente advertencia sobre el posible incumplimiento de México en la entrega de agua pactada en el Tratado de 1944. Dicho acuerdo establece que México debe entregar 1.75 millones de acre-pie de agua cada 5 años, cuyo próximo plazo vence en octubre de 2025. No obstante, según el último informe del Centro Nacional de Mitigación de la Sequía de la Universidad de Nebraska-Lincoln y la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD), a mediados de 2024 apenas se había entregado menos del 30% del volumen requerido y, para abril de 2025, la deuda aún representaba 2 tercios del total.
Las consecuencias de este retraso ya son tangibles: en 2024 el único ingenio azucarero de Texas cerró por falta de agua, con la pérdida de 500 empleos y 100 millones de dólares anuales para la economía del Valle del Río Grande. En lo político, la presidenta Claudia Sheinbaum ha prometido acelerar las entre gas para evitar sanciones; sin embargo, los gobernadores de Coahuila, Chihuahua y Tamaulipas se han opuesto, insistiendo en que las necesidades locales deben prevalecer y recordando que el tratado contempla excepciones en casos de sequía extrema.
Al norte de la frontera, otra amenaza avanza en paralelo: el Salton Sea. Este lago artificial en California se evapora rápidamente, dejando expuesto un lecho tóxico cargado de arsénico, pesticidas y metales pesados. Investigaciones de la Universidad de California Riverside calculan que más de 650 mil personas, tanto en el Valle Imperial como en comunidades mexicanas cercanas, ya están expuestas a partículas contaminantes en el aire. Los efectos son claros: aumento de asma infantil, enfermedades cardiovasculares y deterioro en la calidad de vida.
En este contexto, una propuesta distinta podría transformar la crisis en oportunidad: aprovechar el proyecto de importación de agua del Mar de Cortés hacia el Salton Sea para instalar una planta desalinizadora cerca de Mexicali. De esta forma, parte del agua de mar se desviaría para producir agua potable destinada a la ciudad, mientras que el rechazo salino contribuiría a la restauración del lago. Un mismo esfuerzo de infraestructura respondería a 2 crisis interconectadas: la escasez en Baja California y la degradación ambiental del Salton Sea.
Desalación: de propuesta a realidad probada
La desalación ya no es un recurso de ciencia ficción. Israel obtiene más de la mitad de su agua potable de plantas de ósmosis inversa, California opera proyectos a gran escala como Carlsbad y los costos han caído de más de 2 dólares por metro cúbico a menos de 0.60 en apenas 20 años. Mexicali, por su cercanía al Mar de Cortés y al corredor hidráulico propuesto, se encuentra en condiciones óptimas para integrar esta tecnología.
El proyecto ofrece beneficios que van más allá del agua. Implicaría mayor soberanía hídrica para Baja California, reducción de tensiones diplomáticas al garantizar los compromisos del Tratado de 1944, mitigación de riesgos sanitarios en comunidades vulnerables y una oportunidad de dinamizar la economía mediante inversión y empleo. Además, se convierte en un modelo replicable para otras regiones áridas de la frontera.
La pregunta ya no es si contamos con las soluciones tecnológicas para hacerlo. Hoy existen proyectos y modelos probados que podrían aliviar la escasez en el norte del país, cumplir con los acuerdos diplomáticos y al mismo tiempo mitigar riesgos de salud pública en ambos lados de la frontera. La verdadera pregunta es si habrá voluntad política para enfrentarlo de manera decidida o si, una vez más, veremos pasar otra administración que deja el tema en espera.