En las noches del rancho donde creció Andrés Gutiérrez, la oscuridad era una constante, no había luz eléctrica, y si querían ver televisión, debían conectarla a una batería de coche.
No era una escena extraordinaria para él, era simplemente la vida. Pero ahí, en medio de la precariedad, surgió una curiosidad poderosa, una necesidad de entender lo que lo rodeaba.
“No tenía luz, pero sí mucha curiosidad”, dice Andrés Gutiérrez al otro lado del teléfono, con un toque de nostalgia.
Hoy, Andrés dirige el Centro de Investigación en Estructuras Fósiles y Soluciones Ambientales (CIEFSA), una empresa mexicana que se ha ganado el respeto del sector energético por su rigor técnico en el análisis de combustibles. Sin embargo, su camino hasta allí es cualquier cosa menos convencional.
Antes de convertirse en empresario, antes de las conferencias, antes de que su nombre tuviera peso entre distribuidores y reguladores, Andrés fue despachador de gasolina en sus años de estudiante.
“Lo hice inicialmente para tener un ingreso, pero me gustó mucho el tener contacto con tanta gente, algunos de ellos muy interesantes. Ahí también aprendí lo básico del negocio de las estaciones de servicio y las condiciones de vida de los propios despachadores”, cuenta.
Su infancia y juventud estuvo marcada por una relación íntima con la química. Sus padres tenían un pequeño laboratorio de productos químicos, y el joven Andrés jugaba entre tubos de ensayo y etiquetas con nombres difíciles.
Estudió química en la Ciudad de México, pero la inquietud científica lo llevó más lejos. En España cursó una maestría en nanotecnología y nanociencia, donde descubrió un universo microscópico que exige precisión absoluta.
“Aprendí que, en la ciencia, no hay espacio para la especulación. Todo debe medirse, probarse, repetirse. Ese rigor me marcó”, menciona.
A su regreso, se incorporó a la industria farmacéutica. Pero el confort de una plaza estable y un buen sueldo no bastaron.
“Era un entorno donde podía crecer, sí, pero no construir. Yo necesitaba crear algo propio”, señala.
Nace un emprendedor
Así, se lanzó a emprender en un terreno complicado y técnico: el análisis de combustibles. Nació CIEFSA, casi en silencio, con un equipo modesto y un enfoque obsesivo por la calidad.
“Muchos creen que los combustibles son todos iguales. No lo son. Hay diferencias que afectan motores, medio ambiente y bolsillo. Yo quería poner datos donde solo había sospechas”, explica.
Esa vocación por la precisión lo convirtió en una figura consultada, no sólo por empresas, sino también por quienes buscan entender lo que en México todavía es una caja negra: la calidad real del combustible que se consume.
Su manera de comunicar, directa, sin rodeos, pero siempre técnica, ha sido clave para posicionarse.
“No tengo apellidos empresariales ni grandes padrinos. Lo que tengo es experiencia y resultados”, afirma.
El viajero
No se puede obviar la faceta viajera de Andrés Gutiérrez, cuyo primer encuentro con otro país fue al salir de la Universidad, cuando se lanzó de aventura a España con un grupo de amigos entrañables de aquella época.
Parte de los ahorros que había obtenido como despachador fueron para costear el viaje que ahora vive entre los mejores de sus recuerdos.
Ya sea en China o en algún desierto del mundo, el gen viajero de Andrés siempre está a la espera de abordar el próximo avión, de cruzar la siguiente frontera, o de visitar algún pueblo mágico de México, porque la aventura no se mide en kilómetros, sino en saberla vivir intensamente.
Filantropía y deporte
Detrás del científico y del empresario hay también un rostro solidario. Pocas personas saben que Andrés apoya equipos de gimnasia integrados por niños y jóvenes que han llegado a competir en otros países.
“La gimnasia forma carácter, disciplina. Y muchas veces no tienen quién las respalde. Si yo puedo ayudar, lo hago”, afirma.
Andrés no se enorgullece de lo logrado como si fuera una cima conquistada, sino como quien valora el trayecto. Sabe de dónde viene y aunque ahora su vida transcurre entre laboratorios y reuniones del sector energético, no olvida las noches sin luz en las que todo empezó.
“La verdadera energía está en la voluntad de avanzar. Si uno quiere aprender, mejorar y compartir lo aprendido, no hay obstáculo que te frene”, finaliza.
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