El número de fenómenos meteorológicos extremos en el Caribe aumentó un 85 % entre 2001 y 2020, debido principalmente al cambio climático que pone en riesgo la biodiversidad de la región y más de 24 millones de vidas humanas, señala el informe Caribbean Development Dynamics 2025, elaborado por la OCDE.
El informe señala que los importantes activos que atesora la región constituyen una sólida base sobre la que impulsar un desarrollo más sostenible, entre los que destaca, por ejemplo, su abundante biodiversidad, ya que el Caribe alberga casi el 10% de los arrecifes de coral del mundo y cerca del 45% y el 25% de las especies de peces y corales, respectivamente.
Sin embargo, dada su condición de pequeñas naciones insulares, los países caribeños se enfrentan a determinadas vulnerabilidades medioambientales, sociales y económicas.
“Invertir en resiliencia puede ayudar a mitigar los grandes costos socioeconómicos de los fenómenos climáticos en la región, que ascienden al 2.13% del PIB anual y que afectaron a 24 millones de personas. El número de fenómenos meteorológicos extremos en el Caribe aumentó un 85% entre 2001 y 2020 en comparación con el periodo 1980-2000”, detalla el documento.
El bienestar del ciudadano promedio caribeño ha mejorado en las tres últimas décadas, sin embargo, casi una de cada cuatro personas es pobre y la inseguridad alimentaria afecta, en promedio, al 37% de la población, una proporción superior al promedio de América Latina, que se sitúa en el 33%.
En promedio, el 47.2% de los trabajadores de la región tienen empleos informales y el 34.1% de la población total vive en hogares completamente informales.
En este contexto, el informe Caribbean Development Dynamics 2025 insta a adoptar políticas en áreas estratégicas clave con el potencial de desbloquear las oportunidades de desarrollo de la región.
Impulsar los sectores con un alto potencial de desarrollo: la economía azul, las energías renovables, el turismo y el transporte sostenibles, la economía circular y las soluciones basadas en la naturaleza.
Aprovechar el potencial de los instrumentos innovadores de deuda, que el Caribe ha estado liderando, para canalizar recursos hacia objetivos de desarrollo social, verde y azul. Los canjes de deuda por naturaleza, por ejemplo, pueden impulsar objetivos medioambientales mientras reducen los niveles de deuda.
“En el Caribe se ha activado la primera cláusula de deuda por resiliencia climática del mundo”, destaca.
Invertir en infraestructuras resilientes, sistemas de alerta temprana e instrumentos de políticas de adaptación al cambio climático, para abordar la elevada exposición a las amenazas climáticas, alinear los compromisos nacionales de adaptación con los objetivos internacionales, y examinar los pros y los contras entre las políticas sectoriales y otras políticas no relacionadas con el clima, añade.
El informe centra su análisis en 15 países del Caribe: Antigua y Barbuda, Barbados, Bahamas, Belice, Dominica, República Dominicana, Granada, Guyana, Haití, Jamaica, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Surinam y Trinidad y Tobago.
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