Recientemente la fragmentación del Poder Judicial ante la reciente aprobación del Plan C ha mantenido al país en un franco y general estado de preocupación y paralización; lo cual, no es para nada un tema que deba mantenernos al margen.
Resulta alarmante el papel que tendrá el Poder Judicial ante el escenario que plantea la reforma recién aprobada en relación con la manera en que dicho Poder operará.
En diferentes ocasiones se ha cuestionado el alcance, y las implicaciones que conlleva para las inversiones la aprobación de dicho Plan; las cuales, se verán directamente afectadas con su implementación, y ¿Por qué decimos esto? Porque si no contamos con los mecanismos de carácter jurídico que blinden las inversiones, ni tampoco contamos con un poder judicial que se encargue de verificar que se está cumpliendo con el marco constitucional y legal, y que obligue a respetarlo, evidentemente, nuevas inversiones no llegarán.
No obstante, ello, el rol que como ciudadanos, abogados, inversionistas y en general, como mexicanos debemos de adoptar, consistirá en demostrar nuestra capacidad de adaptación ante las adversidades, como es la tormenta que tenemos al frente, necesitamos evaluar la forma en que podremos participar de este nuevo esquema que con suerte contará con mecanismos para salvaguardar los intereses de todos los ciudadanos.
Recientemente he escuchado opiniones de todo tipo, y esta semana un colega mío, abogado, planteó la necesidad de reconfigurar el ejercicio de nuestra profesión ante el nuevo escenario, y coincido con él, y esta reflexión, me parece que no solamente aplicará para los abogados, quienes evidentemente deberemos de estar actualizados en relación con las nuevas reglas y condiciones que se fijen para la implementación de este Plan C, sino que, desde mi perspectiva, aplica también aunque de manera indirecta, a todos los mexicanos, ya que de una forma o de otra nos veremos obligados a adaptarnos a las nuevas reglas que la implementación de la reforma fijará.
Es evidente que tanto el Poder Ejecutivo como el Legislativo no contarán con el necesario contrapeso que representaba el Poder Judicial como lo conocíamos, pero, con independencia de ello, debemos levantarnos y buscar dar nuestra mejor versión, con la mirada, no en la trágica perspectiva que nos plantea este nuevo sistema, sino considerando a nuestro País como objetivo, es así como pienso que depende de cada uno de nosotros el trabajar en aras de contar con un País resiliente y fuerte.
Sigamos impulsando la participación privada en áreas estratégicas como son el desarrollo del sistema eléctrico nacional, el despliegue de renovables, la electromovilidad, medidas de eficiencia energética, promoción de tecnologías bajas en carbono, y todas aquellas áreas que permitirán posicionar a México como el socio fuerte que requiere el fenómeno del nearshoring; creando las condiciones para desarrollar un entorno de sostenibilidad que fortalezca a México de manera tal que el sistema jurídico vuelva a fortalecerse y el beneficio de este fenómeno se traduzca en mejores empleos y condiciones para los mexicanos.
Apostémosle a un mejor futuro y seamos conscientes y tomemos acciones para salir adelante ante el crítico escenario actual. México nos necesita y requiere fuertes, resilientes y capaces.