Son las 10 de la noche del segundo lunes de julio. Llevo ya varias horas sentada frente al celular, viendo tweets del tema más reciente: los y las precandidatas a la Presidencia de la República. Entre tweet y tweet también me salen algunos posts sobre la más reciente película de ‘Barbie’, con una perfecta Margot Robie, vestida como la muñeca que seguramente todas las mujeres del mundo jugamos o soñamos cuando éramos niñas.
Mientras cae un chubasco en la ciudad, trato de recordar si alguna vez quise tener alguna ‘Barbie’ adicional a la única que tuve y la verdad es que no, ¡Yo tuve la mejor!
A diferencia de otras niñas, como mi prima Gaby, quien cada año recibía de regalo en su cumpleaños a la ‘Barbie Skater’, la que hacía aerobics, la vaquera, la astronauta, la sirena, la doctora, etc., la mía se transformaba en lo que mi imaginación quería.
Mi ‘Barbie’ fue ejecutiva, viajaba por todo el mundo y fue una mujer independiente que, aunque disfrutaba de la “casita” y tenía a su “Ken” (que realidad era el muñeco Superman con el que mi hermano mayor había dejado de jugar), nunca dependió de él para ser lo quisiera ser. La mía visitó todos los lugares que se me ocurrían.
Yo misma le cosía su ropita e incluso llegué a cortarle el cabello al más puro estilo de Bridgette Nielsen (nótese que soy niña de los 80´s).
Mi hermana siempre mantuvo la suya perfecta, impoluta. Pocas veces la sacó de su caja, conservó impecable su vestido y nunca perdió sus zapatos. La ola “rosa pastel” está invadiendo el mundo y no me refiero al tema de ‘Barbie’ ni al trend de TikTok que hace alusión a la canción de “Rosa pastel” del grupo Belanova, o la melancolía de lo que muchas mujeres quisieron ser o tener algo y no lo lograron.
Me refiero a cómo las mujeres poco a poco hemos ido visibilizándonos en todos los roles que esta vida moderna nos permite, a lo que los politólogos llaman, la feminización de la política. Somos el 51 por ciento de la población, y aunque ya ocupamos espacios públicos en México, como Secretarias de Estado, Gobernadoras, Senadoras, Diputadas, Alcaldesas, Ministras de la Suprema Corte, etc., casi creo, ha sido no sólo por una política de acceso a las mujeres, sino porque desde niñas, soñábamos con un rol más público, no solamente jugar a la “casita”.
Con esto no quiero denostar el rol tan importante que es llevar un hogar y criar hijos, sin duda es valiosísimo, es una función social, que debiera ser compartida, para ser más equitativa. Hablar solamente de mujeres, es omitir al 49 por ciento de la población que en muchos casos han sido el factor decisivo para que podamos desempeñarnos conforme a nuestros sueños.
Hoy a mis casi 46 años, creo que el feminismo ha evolucionado y aunque subsisten muchas desigualdades, veo un futuro promisorio para México y el mundo en el que juntos, hombres y mujeres podemos transformar nuestra realidad para una mejor calidad de vida. Cada día aprendemos más de los errores del pasado sobre todo en temas públicos. Hoy rumbo al 2024, se percibe una contienda electoral que parece será entre mujeres candidatas (Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum) o como lo dijo la Senadora Indira Kempis; el 2024, será el año de la mujer por lo que vale la pena reflexionar si el simple hecho de ser mujer es suficiente para tomar una decisión electoral.
Así como mi ‘Barbie’, quiero que todas las niñas y niños tengan la oportunidad de elegir a qué se quieren dedicar, qué género y rol quieren jugar y desean desempeñar. Para eso, las niñas de los 80´s, 90´s y 2000´s tenemos que informarnos, participar e involucrarnos en las decisiones del país.
Eso implica salir de nuestras “cajas” y arriesgarnos a que quizá tengamos que dejar el vestido perfecto y “perder” los tacones (o tal vez no), pero sí saber que el “no jugar” conlleva una decisión que puede afectar a todos y todas. Sirva esta oportunidad para invitarlas a que nos atrevamos; hacer las cosas diferente en el sector energético, donde cada día hay más mujeres participando, en especial como consultoras o líderes de opinión, pero veo a pocas mujeres dirigiendo grupos del sector gasolinero.
Algunos empresarios me han externado su preocupación sobre cómo no logran emocionar a sus hijas o hermanas a que se involucren en el negocio, sin embargo, el cambio sí se está dando. Cada año veo más mujeres en las convenciones de ONEXPO, en los foros o webinars, incluso se ven más mujeres “despachadoras” en las estaciones de servicio. Espero pronto ver a más mujeres empresarias.
¿Qué nos falta entonces? ¿Visibilidad, preparación, empatía? Yo diría que tiempo… es cosa de tiempo para que cada vez más las mujeres ocupemos otros roles y espacios ya que no basta con tener una Secretaria de Energía, ni paridad entre los y las comisionadas de la CRE, hay que saber jugar distinto, ver por todos y todas. Vestirnos con “trajes” de verdadera inclusión, legalidad e imparcialidad.
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Es consultora senior de lobbyingmexico.com. Es Maestra en Administración y abogada experta en políticas y
regulación del sector energético.