En su primer día de mandato como nuevo Presidente de los Estados Unidos, Joe Biden firmó más de una docena de órdenes ejecutivas, entre ellas, la cancelación de un proyecto con la empresa de energía TC Energy (antes TransCanada) que planteaba la construcción de un oleoducto denominado “Keystone XL”.
La ficha técnica de la tubería determina una longitud de 1.897 kilómetros conectando Alberta, Canadá hasta la costa de Texas y una capacidad de hasta 830 mil barriles de crudo pesado al día.
El crudo pretendía ser extraído de las arenas bituminosas de Alberta, una mezcla de arena, arcilla, agua y una sustancia llamada bitumen, siendo un proceso de extracción más costoso y que requiere más energía que las otras fuentes de petróleo.
Lo anterior, precisamente, se perfila como la principal razón de Biden para echar atrás el proyecto ya que públicamente reconoció que las arenas bituminosas son muy contaminantes.
Desde el inicio, el proyecto fue controversial al involucrar un tema ambiental y social que reclamaba una posibilidad de derrame de petróleo y una explotación de tierras pertenecientes a grupos indígenas y ganaderos.
El proyecto, aprobado por reguladores canadienses, fue bloqueado por el expresidente de Estados Unidos Barack Obama en 2015 y retomado por la administración de Donald Trump en 2017.
Para TC Energy fue decepcionante la decisión de Biden e incluso advirtió que la medida llevará al despido de miles de trabajadores.
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