
En el marco del Día Internacional del Aire Puro, especialistas y actores de la industria energética destacaron el papel del etanol como uno de los biocombustibles más efectivos para mejorar la calidad del aire y reducir emisiones en América Latina. La fecha, que se conmemora cada tercer jueves de noviembre, busca generar conciencia global sobre la importancia de adoptar soluciones que permitan respirar un aire más limpio.
Durante los últimos años, el etanol ha pasado de ser un aditivo complementario de la gasolina a convertirse en un eje estratégico para la descarbonización del transporte en la región. De acuerdo con datos de la Asociación Brasileña de la Industria de la Caña de Azúcar (UNICA), su uso ha evitado la emisión de más de 730 millones de toneladas de CO₂ desde la llegada de los vehículos “flex-fuel” en 2003 hasta marzo de 2025. El impacto es tan significativo que, para igualar ese beneficio de forma natural, sería necesario plantar 5.1 mil millones de árboles durante los próximos 20 años.
Además de la reducción de gases de efecto invernadero, el etanol contribuye a disminuir partículas contaminantes y óxidos de nitrógeno, mejorando la calidad del aire en grandes ciudades. Ciudades como São Paulo han reportado avances ambientales y de salud pública alineados con la expansión de este biocombustible, convirtiéndolo en un aliado directo para combatir la polución urbana.
La región se ha convertido en un referente global en políticas de biocombustibles. Brasil, el líder mundial en la industria, mantiene una mezcla obligatoria del 30% de etanol en la gasolina; Paraguay, del 25%, y Argentina, del 12%. Además de ayudar a cumplir metas climáticas, estos programas fortalecen la seguridad energética al disminuir la dependencia del petróleo importado, dinamizan la economía rural y promueven la innovación agrícola e industrial.
El futuro del etanol también apunta a una mayor sofisticación tecnológica. Países latinoamericanos ya avanzan hacia mezclas superiores como el E30, lo que permitiría ampliar los beneficios ambientales y fortalecer la industria local. De manera paralela, se desarrollan proyectos para producir hidrógeno a partir de etanol, lo que abriría la puerta a vehículos eléctricos abastecidos mediante celdas de combustible utilizando infraestructura ya existente en estaciones de servicio.
Otro campo en rápida evolución es el etanol de segunda generación (2G), elaborado a partir de residuos agrícolas como el bagazo de caña. Este modelo mejora la eficiencia del proceso productivo, reduce la presión sobre cultivos alimentarios y se perfila como un pilar de la economía baja en carbono a mediano plazo.
Este avance tecnológico también redefine el rol de las estaciones de servicio en Latinoamérica, que evolucionan hacia centros energéticos híbridos capaces de integrar combustibles limpios, infraestructura eléctrica, sistemas de automatización y plataformas digitales. Empresas tecnológicas del sector, como Gilbarco Veeder-Root, impulsan esta transición con soluciones que permiten operar, medir y gestionar múltiples fuentes energéticas bajo un mismo ecosistema.
En un contexto donde la calidad del aire es una preocupación urgente para millones de personas, el etanol se presenta como una herramienta tangible, accesible y probada para reducir impactos ambientales. Su adopción creciente refleja el compromiso de la región con un futuro energético sostenible.
En este Día Internacional del Aire Puro, el etanol se destaca como un símbolo de innovación, soberanía energética y movilidad más limpia, demostrando que la transición hacia transportes menos contaminantes no es una perspectiva lejana, sino una realidad que avanza con fuerza en América Latina.
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