La creación de la nueva Comisión Reguladora de Telecomunicaciones (CRT) marca el mayor retroceso institucional del sector en diez años, y cuyos retos más inmediatos serán el licitar frecuencias para el servicio de 5G, la revisión de las medidas de preponderancia y establecer reglas para un mercado que dio un salto tecnológico, coinciden expertos consultados por Energy21.
El nuevo regulador nace en el peor momento para el sector, ya que la inversión en telecomunicaciones cayó 61% entre 2018 y 2024, al pasar de 81 mil 201 millones de pesos a 31 mil 460 millones, su nivel más bajo desde la reforma constitucional, según datos del extinto Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT).
Esa contracción se acentuó en los últimos tres años, cuando el Gobierno redujo equipo, canceló programas digitales, ignoró los ciberataques que exhibieron vulnerabilidades y frenó proyectos estratégicos. En paralelo, México se convirtió en el único país grande de América Latina que no ha licitado 5G, a pesar de que la demanda de datos móviles crece a doble dígito.
“Somos prácticamente el último país en América Latina que va a licitar 5G. Eso es penoso”, afirma Jorge Fernando Negrete, director de la consultoría DPL.
Con la reciente reforma al sector, México abandonó el modelo autónomo del IFT, que permitió avances en competencia, conectividad y asignaciones de espectro, para regresar a un esquema similar al de la extinta Cofetel, subordinado, politizado, con doble ventanilla en materia de competencia económica, y capacidad limitada para influir en decisiones estratégicas.
Así, la CRT arranca con el doble desafío de contener un deterioro que ya está documentado y demostrar que un modelo regulatorio más débil puede enfrentar un mercado que exige inversiones intensivas, reglas técnicas claras y certidumbre jurídica.
En este sentido, Negrete destaca que el país tiene los precios de espectro más caros de la región, un modelo “que expulsó a operadores” y una red que, en promedio, ofrece 50 Mbps, muy lejos de los 450 Mbps que ya alcanzan Brasil, Chile o Uruguay.
“El nuevo regulador tendrá que enfrentar lo que el IFT no pudo resolver, es decir, liberar inversión en zonas rurales, reducir precios del espectro y recuperar el ritmo de competencia”, señala.
Con el nuevo modelo regulatorio, los avances del sector podrían estancarse, por ejemplo, el internet fijo alcanzó 29 millones de accesos al cierre de 2024, un incremento anual de 7.7%, y casi el doble del nivel de 2013, cuando había 38 accesos por cada 100 hogares frente a los actuales 74 accesos por cada 100 hogares.
El internet móvil vive su propia revolución y alcanza las 135.8 millones de líneas, un crecimiento de 395.3% desde 2013 y un salto de 108.4 millones de líneas.
Hoy México tiene 102 líneas de internet móvil por cada 100 habitantes, cuando antes de la reforma de 2013 tenía apenas 23. Este crecimiento masivo, además, ocurre con un tráfico que ya supera los 5.7 GB por línea y con la tecnología 4G cursando más del 80% de los datos móviles del país.
Un regulador sin autonomía
El problema es que la CRT nace sin las capacidades que hicieron posible los avances del IFT. Para Jorge Bravo, académico de la UNAM, el país retrocede a un diseño que ya fracasó.
“Es un retroceso total. Volvemos al modelo dela Cofetel, con decisiones divididas, criterios contradictorios y riesgo de captura política”, destaca.
El regresar a un esquema donde la autoridad de competencia, la nueva Comisión Antimonopolios, define mercados y preponderancias, mientras que la CRT aplica medidas asimétricas, abre la puerta a disputas y a demoras regulatorias que ya se vivieron hace una década, señala el experto.
La falta de autonomía es especialmente grave ante la licitación 5G, considerada la primera prueba de fuego de la CRT.
De su diseño, que incluye precios, obligaciones de cobertura, participación de nuevos jugadoresm dependerá que el país pueda atraer inversión suficiente para multiplicar por 20 las radiobases existentes, expandir fibra óptica y sostener la demanda creciente de data centers asociada a IA, nube y servicios empresariales.
Reglas más duras
Desde el sector privado, Salomón Padilla, vicepresidente de Asociación de Telecomunicaciones Independientes de México (ATIM), advierte que el nacimiento del regulador ocurre en condiciones precarias, con menos personal, menos presupuesto y reglas de contacto más rígidas que las del IFT.
Y aunque reconoce que siempre habrá oportunidades tecnológicas, alerta que la CRT inicia en “fase de declaración de intenciones, sin claridad operativa, sin recursos y sin certeza sobre cómo implementará los nuevos objetivos de cobertura social”.
La salida progresiva de Telefónica del mercado mexicano, un proceso global, pero que en México coincidió con el endurecimiento regulatorio y los altos precios del espectro, y la caída sostenida de inversión pública y privada ilustran un entorno en el que los operadores desconfían del Gobierno y el Estado no dialoga con la industria.
Con una estructura débil, un mercado desacelerado y un país que llega tarde a la adopción de nuevas tecnologías, la CRT enfrenta el reto de demostrar que un modelo ya probado, y fallido, puede responder a un ecosistema mucho más complejo que el de hace 15 años.
Su primera señal será la licitación 5G. Ahí sabremos si el regulador quiere corregir el rumbo o si México seguirá deslizándose hacia la irrelevancia digital, coinciden los expertos.
Comenta y síguenos en X: @Adri_Telecom / @Energy21Mx



