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SistemasBio busca duplicar su impacto para reducir emisiones de CO2

Los consejeros empresariales siempre dicen que las metas deben ser ambiciosas, pero realistas. Los deseos de comerse el mundo a puños a la hora de planificar, no suelen ser racionales y casi siempre son contraproducentes porque desfallece el equipo en esfuerzos y al final, se tiene una frustración por el objetivo no logrado. Por eso, más vale una meta que al lograrla, signifique un esfuerzo para el equipo de trabajo y su alcance alimente el espíritu y la autoestima grupal. El extremo es una meta que resulte un día de campo.

Lo anterior lo tiene muy claro el equipo multinacional (México, Francia, Kenia, India), de directivos con que cuenta Sistemas Bio, la empresa social más grande a nivel global en la producción y distribución de sistemas biogeneradores de gas; pero el punto al que han podido llegar como empresa, y los planes que se tienen para este año, hacen parecer que el objetivo de duplicar en tan solo un año lo hecho en los anteriores 10, sea una meta realista, asegura Camilo Pagés, director de Producción de la empresa.

Antes de entrar a los detalles de cómo lo esperan lograr, es propicio un poco de historia para mejor comprensión.

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Sistemas Bio es una idea empresarial como muchas otras que surgen por accidente luego de andar en el camino a donde los intereses personales lo mueven a uno. Alexandro Eaton y Camilo Pagés, sus fundadores, se conocieron en 2009 cuando coincidieron haciendo trabajo social para ayudar a comunidades rurales, un interés en común que compartían y que los llevó a cruzar sus vidas.

Con financiamientos internacionales provenientes de fundaciones altruistas, ambos participaban en educar a pobladores en la elaboración artesanalmente de sistemas de biogás que les permitieran ser autosuficientes en materia energética.

“Con materiales que se conseguían en la tlapalería del pueblo, los instruíamos para aprovechar los desechos orgánicos del ganado y recuperar el gas metano para su uso doméstico en el boiler o la estufa”, recuerda Pagés de sus andanzas en el campo mexicano.

Y así fue como llegó la idea inicial. ¿Por qué no hacer un paquete a manera de un kit que pudiera la gente comprar a precio económico, llevarlo a su propiedad, instalarlo fácilmente y comenzar a producir gas? Fue la pregunta inicial. Las ventajas serían, además de lo práctico, que la calidad y durabilidad del producto sería mayor que aquellos sistemas fabricados artesanalmente con materiales que adaptaban, pero cuyo diseño no era ex profeso para el propósito de convertirse en un bioreactor productor de biogás.

Inquieto como es, Alex, el ingeniero, “tuvo la visión de hacer un turbo digestor. Se inscribió en un programa de incubación en Holanda, el big network, y logró que recibiéramos 10 mil euros. Ese fue el primer inversionista ‘ángel’ que creyó en el proyecto.

El capital sirvió para comprar máquinas y nos volvimos independientes al producir nuestro propio biodigestor”, relata.

La proyección internacional...

 

Consulta la versión completa de este artículo en nuestra edición digital abril-mayo

 

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