
La descarbonización de la movilidad ha avanzado en la última década, impulsando con la transformación de autos ligeros, autobuses y unidades de última milla, sin embargo, el transporte de carga con temperatura controlada es un segmento clave.
José Carlos Gómez, director de Ventas de LAR Norte de Thermo Transformación, resaltó la importancia de la descarbonización en la logística refrigerada, pues de ella depende la distribución de alimentos perecederos, medicamentos y productos de comercio electrónico.
“Hoy es necesario movernos hacia una logística en carga refrigerada con enfoque sustentable, ya que contribuiría significativamente a reducir la huella ambiental de las ciudades mexicanas. Las flotas refrigeradas, por su alto consumo energético y operación intensiva en zonas urbanas, deben estar en el centro de esta transformación”, indicó.
En el caso del transporte refrigerado, la sustitución de unidades de diésel tradicional por eléctricas, representan un área de oportunidad, pues esta tecnología también puede mantener las temperaturas controladas sin emitir gases contaminantes.
La cadena de frío es uno de los componentes más intensivos en consumo energético en la cadena logística y, los sistemas de refrigeración a diésel son responsables de una proporción significativa de las emisiones del transporte terrestre.
Actualmente, Estados Unidos y algunos países de la Unión Europea han implementado regulaciones estrictas sobre las emisiones contaminantes. En tanto, la California Air Resources Board (CARB) ha prohibido progresivamente el uso de unidades de refrigeración que operan con diésel e impulsado el uso de TRU eléctricas con sistemas de cero emisiones a partir de 2029.
Sin embargo, la electromovilidad en México aún enfrenta un atraso en la adopción de esta tecnología, aunque tiene puntos a favor por la posición estratégica de nearshoring y la presión de cadenas globales de suministro para cumplir las metas ambientales.
“El reto, por tanto, no es solo tecnológico: es de planeación, financiamiento y visión”, añadió.
Entre los beneficios de estos sistemas adaptados a la electromovilidad, se encuentran la reducción de emisiones contaminantes, el uso de baterías de alto rendimiento y tecnologías de operación silenciosa, así como sistemas de energía auxiliar eléctricos, acceso a programas de incentivos internacionales y modelos logísticos escalables y adaptables.
“No se trata solo de sustituir motores diésel por baterías, sino de repensar toda la cadena de valor logística bajo un enfoque de eficiencia y sostenibilidad”, concluyó.
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